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Felix estaba entrando a paso decidido a la gran mansión de los Lee donde ahora residía su padre al haber sido trasladado del hospital a su casa con todo el equipo médico necesario para mantenerlo estable, Chan iba a su lado, tomando su mano para darle algo de valentía.

Si bien iba decidido a acabar de una vez por todas esa estupidez, eso no quitaba que enfrentarse a su padre le daba bastante miedo, después de todo, para el señor Lee, el rubio era solo basura, pero una basura necesaria para su empresa porque nadie más que él podía dirigirla.

Su madre fue la que los recibió ambos en el vestíbulo y los guio hacia la habitación del padre de Felix mientras parloteaba un montón de cosas sobre la salud del hombre y que Felix debería de empezar a tomar cursos y clases para dirigir la empresa.

Esta por demás decir que ninguno le puso atención.

Al llegar, Felix entró solo con su madre, dejando a Chan en el pasillo, por cuestiones de "privacidad" el castaño no tenía permitido entrar.

—Felix...—la raposa y cansada voz del señor Lee le caló hasta los huesos al rubio.

—Creí que ya había dejado mi punto claro—ni se molestó en saludarlo, se cruzó de brazos y lo miro con desdén.

—Creí que yo también—tosió un poco y se enderezó en la cama—Tú tienes que entender que eres el único que puede encargarse de la empresa, ya te lo había dicho.

—No, tú sabes que la apta para eso es Rachael, pero por tu pensamiento estúpido y machista no la dejas y por eso prefiere que tu hijo "chupa pollas" por el simple hecho de ser hombre se encargue—dijo con un tono bastante prepotente.

—No me hables así—gruñó el hombre, pero enseguida empezó a toser.

—Tu siempre me has hablado así, ya estoy harto—se acercó amenazadoramente, haciéndolo apegarse a la cabecera de la cama, no por miedo, sino por repulsión a su propio hijo—escúchame bien, y espero que se te grabe bien en esa estúpida cabeza tuya, si te mueres y la empresa cae en mis manos, lo primero que voy a hacer es venderla y ni tu ni nadie me lo va a impedir ¿está claro?

—No te atreverías—desafío bastante molesto, no solo era la empresa de tecnología, tenía negocios bastante ilegales que cubría con ella—No eres estúpido, sabes que hay mucho más detrás de esa empresa, más de lo que crees.

—Rétame—sonrió altanero y se alejó—rétame y el día en que te mueras cuando el testamento dictamine que todo queda a mi nombre la voy a vender, y ni siquiera me voy a molestar en darle un precio digno, será lo más barato posible para quitármela de encima—gruñó y se alejó a la puerta dispuesto a irse—O mejor aún—sonrió y miró a su "padre" —Voy a investigar quienes son tu competencia en esos negocios turbios que tienes y les voy a dar todo, todo así sin más—sonrió al ver como el aparato que marcaba el ritmo cardiaco de su padre empezaba a aumentar considerablemente, ese era el miedo que quiera ver—no necesito tu dinero, mucho menos el de ellos, entregare todo en bandeja de plata.

—No sabes lo que dices—dijo bastante alterado, en su mente las imágenes de como todo su imperio se desmoronaba se volvían reales.

—Estoy bastante seguro de lo que digo—se encaminó a la pueta—no necesito nada de ti, tú no eres más que el donante de esperma de mi mamá, tú no eres mi padre, no eres nada—y sin más salido de ahí con el cuerpo entero temblándole por la rabia.

Chan al verlo simplemente tomó su mano y se lo llevó de ahí para después, con un poco más de privacidad ahora que estaban fuera de la casa, abrazarlo contra su pecho.

Él lo conocía, el temblor también era de miedo e impotencia.

El rubio se derrumbó sobre su mejor amigo, su confidente, su hermano, su todo... comenzando a llorar contra su cuello y aferrándose fuerte a su pecho.

3...2...1 ¡Acción!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora