CAPITULO UNO - El hombre de la azotea

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No tenia idea de que hora era, mucho menos cuantos días teníamos aquí desde que todo se fue a la mierda, solo se que si sigo caminando de la manera en que lo estoy haciendo terminare por volverme loca.

La angustia se apoderaba a cada instante de mí, pero no podía salir. Si ellos regresaban y no estaba aquí podrían pensaran que los abandone.

Mis manos comenzaron a temblar, camine desesperada y me fui de bruces contra el frió piso de mi habitación. Logre reincorporarme un poco, permanecí sentada abrazando mis rodillas y mirando todo a mi alrededor.

Creo que podía escuchar los latidos acelerados de mi corazón. Entendía que ellos estaban furiosos conmigo por mis acciones del pasado, pero ¿Era tanto para irse y dejarme aquí?

Lleve mis manos a mi cabeza, adolorida y llena de miedos.

<<Esperaron a que me emborrachara para escapar>> Fue lo que pensé.

Maldición, Era una terrible hermana.

Camine mientras me tambaleaba torpemente por la habitación y el dolor de cabeza que no se había hecho esperar comenzó a retumbar con mayor fuerza como si de una fiesta se tratara. Di unos cuantos tras pies hasta que logre enderezar mi cuerpo.

Parezco gelatina.

_¡Demonios!-susurre colocando una mano en mi frente que parecía querer explotar. Estaba sudando.

No debí tomar tanto anoche.

No he dejado de recriminarme una y otra vez.

No podía seguir así, pero era difícil.

Desde que todo comenzó el alcohol y los cigarrillos se volvieron una forma de alejarme y no afrontar las cosas. Ni siquiera conseguía paz en mis sueños, las pesadillas siempre estaban. El alcohol era mi vía de escape.

Una muy mala forma para escapar a la nueva realidad.

Y mi realidad era bastante jodida antes.

Mire las dos botellas de vino en el piso de la cocina y me asome un poco por la ventana, la cual intente sellar con algunas maderas viejas que encontré en el pequeño edificio donde vivía con mis hermanos, estamos en un segundo piso. Esas cosas no escalaban, aunque podían vernos a esa altura y no solo le temía a ellas.

Todo afuera era aterrador. Resople, tuvimos que irnos cuando las personas se volvieron locas, lo se, pero nuestros dos intentos no habían funcionado para nada.

Yo no estaba del todo bien y creo que mis hermanos tampoco.

Es bastante ilógico pensar que después de querer quitarme la vida antes de que todo comenzara, ahora tenía una necesidad imperiosa de sobrevivir.

Ellos...

Y posiblemente las únicas personas que aun estaban con vida de mi familia.

Mis hermanos me necesitaban aunque me odiaran por intentar matarme dos veces, aunque la ultima lo conseguí por unos minutos hasta que Charlie me salvo.

Mire mis muñecas, las cuales permanecían tapadas por unos guantes negros que dejaban mis dedos al descubierto, lo que había hecho la primera vez tuvo consecuencias poco agradables, mis tendones quedaron realmente lastimados, la segunda vez lo hice aun mas decidida y lo conseguí. Morí.

Pero no me quede así después de todo. Mi hermano me encontró en la bañera sin signos vitales; tuvo que darme RCP.

Los lastime, lo se. Los abandone primero.

Lost in hell || Daryl Dixon || Shane Walsh (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora