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En los años posteriores al trágico accidente que se llevó la vida de TN, Yuki encontró refugio y entrenamiento bajo la tutela de Takeshi, un brujo experimentado. Sin embargo, el odio creció en el corazón de Yuki, alimentado por la ausencia de respuestas sobre su verdadera identidad y la sombra de la figura de Gojo Satoru.
Un día, el resentimiento acumulado alcanzó un punto crítico, y Yuki decidió confrontar a Gojo. En medio de la academia, los dos se enfrentaron en un enfrentamiento lleno de emociones intensas y poderes mágicos desatados.
Yuki: ¡Eres un mentiroso! ¡Todo este tiempo me ocultaste la verdad!
Gojo, desconcertado por la hostilidad de Yuki, trató de calmar la situación.
Gojo: Yuki, no entiendes...
Sin embargo, las palabras quedaron suspendidas en el aire cuando Yuki desató todo su poder con un golpe certero. El enfrentamiento fue breve pero impactante. Yuki, consumido por la furia y el dolor acumulado, logró noquear a Gojo.
Herido y desconcertado, Gojo no podía entender completamente el motivo de la rabia de Yuki. Posteriormente, se decidió realizar un examen de sangre para comprender mejor la situación.
Los resultados revelaron la sorprendente verdad: Yuki era, de hecho, el hijo de Gojo. La revelación dejó a ambos conmocionados y obligó a confrontar una realidad que ninguno de los dos había anticipado.
Gojo, con una mezcla de dolor y comprensión, buscó reparar la relación con su hijo perdido, mientras Yuki se enfrentaba a la complejidad de sus emociones, navegando por un mar de resentimiento y una verdad que había permanecido oculta durante tanto tiempo.
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La confrontación entre Yasu y Suguru se desató como una tormenta de emociones reprimidas. Yasu, imbuido por años de entrenamiento bajo la tutela de Takeshi, canalizó todo su odio hacia Suguru en una intensa batalla. Sin embargo, la realidad fue más cruel de lo que cualquiera de ellos podría haber imaginado.
Los golpes resonaron en el aire mientras Yasu y Suguru intercambiaban ataques poderosos, cada uno impulsado por sus propios motivos oscuros. Yasu, alimentado por la ira y el resentimiento, desató una furia que sorprendió incluso a los espectadores más veteranos. Pero Suguru, aunque enfrentándose a la tormenta de su propio hijo, luchó con la contención que solo un padre podría conocer.
