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La noticia del secuestro de su hijo resonó en los pasillos del inframundo, y Sukuna, el temido rey de las maldiciones, no pudo contener la furia que se apoderó de su ser

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La noticia del secuestro de su hijo resonó en los pasillos del inframundo, y Sukuna, el temido rey de las maldiciones, no pudo contener la furia que se apoderó de su ser. La información llegó a él como un rugido distante, pero cada palabra pronunciada se convertía en un eco ensordecedor de angustia en su mente.

Sukuna: ¿Qué han hecho?

Sus ojos rojos centellearon con una intensidad inusual, reflejando la tormenta que se desataba dentro de él. Los seguidores y subordinados que recibieron la orden de buscar a su hijo temblaban ante la ira palpable de Sukuna.

Mientras tanto, en la oscura estancia donde mantenían a T/N casi moribunda, Sukuna irrumpió con una presencia ominosa. Los secuaces que osaron poner sus manos en su esposa se postraron ante su llegada, temblando ante la inminente tormenta que se avecinaba.

Sukuna: Mi reina, ¿te encuentras bien? ¡¿Quién se atrevió a hacer esto?!

El aura de Sukuna llenaba la habitación, un vórtice de oscuridad y cólera que emanaba poder. T/N yacía débil, pero su mirada estaba llena de determinación al ver a Sukuna, el protector feroz de su familia.

T/N: Sukuna...

Antes de que pudiera pronunciar más palabras, Sukuna ya había liberado una furia desenfrenada sobre aquellos que habían osado herirla. Los cuerpos caían como marionetas rotas, dejando un rastro de destrucción en su estela.

Sukuna: Pagará cada uno de ellos.

El grito de su hijo resonó en la distancia, provocando un eco visceral en el corazón de Sukuna. Como una fuerza imparable, se abrió paso hacia donde habían mantenido cautivo a su pequeño, cada paso resonando con la ira acumulada.

Al llegar, se encontró con una escena desgarradora.

El sujeto que había secuestrado a su hijo apuñalaba una y otra vez el cuerpo del pequeño.

Su hijo yacía allí, sin vida y la mera visión encendió un fuego aún más ardiente en el corazón de Sukuna.

Sukuna, sin un ápice de misericordia, alzó su mano y, con un gesto letal, puso fin a la vida del traidor.

Los gritos de dolor resonaron en la noche, ahogados por el rugido de Sukuna, cuya cólera desató una tormenta de destrucción sobre aquellos que se atrevieron a desafiar su poder. Con un golpe de su mano impía, Sukuna vio caer al traidor, su ira aún insatisfecha por el daño infligido a los suyos.

Con manos temblorosas, Sukuna se acercó al pequeño cuerpo de su hijo, envuelto en un manto de fragilidad. El pequeño no se movía, sus ojitos cerrados en un sueño profundo que Sukuna temía que nunca despertaria.

La ira ardía en sus ojos mientras contemplaba el cuerpo sin vida.

Un silencio pesado cayó sobre la escena, mientras Sukuna sostenía al pequeño en sus brazos, su mente atormentada por la culpa y el dolor abrumador. Los susurros del viento parecían llevar consigo un eco de tristeza y pérdida, envolviendo a Sukuna en un manto de desolación.

Con lágrimas en los ojos, Sukuna acarició suavemente la mejilla del pequeño, prometiendo venganza por la injusticia que había sufrido. El dolor en su corazón era insoportable, una carga que temía que nunca pudiera aliviar.

En ese momento, Sukuna supo que su vida nunca volvería a ser la misma. La pérdida de su hijo había dejado un vacío insondable en su alma, uno que nunca podría llenar. Con un suspiro lleno de angustia, Sukuna se aferró al pequeño, susurrando palabras de amor y despedida en el silencio de la noche.

Mientras la oscuridad lo envolvía, Sukuna juró que el sacrificio de su hijo no sería en vano. Prometió que haría cualquier cosa para proteger a los que aún quedaban, para asegurarse de que su hijo viviría en su memoria como un recordatorio eterno de la injusticia que había sufrido.

Con el corazón destrozado y el alma en llamas, Sukuna se preparó para enfrentar los desafíos que aguardaban, sabiendo que, aunque su hijo ya no estuviera físicamente presente, su espíritu viviría en su corazón para siempre.




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Siendo padres- JUJUTSU KAISEN Donde viven las historias. Descúbrelo ahora