¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Cuando Yuki conoció a los amigos de su papá, Soko y Suguru, se sintió un poco intimidado por la situación. Se escondió tímidamente en el cuello de Gojo, sintiéndose avergonzado y tímido en presencia de estos adultos desconocidos.
Soko, notando la timidez de Yuki, se agachó para estar a la altura del niño y le sonrió amablemente.
Soko: Hola, Yuki. Soy Soko y este es Suguru. No tienes que tener miedo, somos amigos de tu papá.
Suguru: Hola, pequeño. No mordemos, te lo prometo.
A pesar de las palabras amigables, Yuki todavía se sentía abrumado por la situación. Gojo, sintiendo la incomodidad de su hijo, lo sostuvo con suavidad y lo acarició para calmarlo.
Gojo: -con ternura- Está bien, Yuki. Estamos entre amigos. No hay necesidad de esconderse.
Yuki, sintiéndose un poco más seguro con las palabras tranquilizadoras de su papá, lentamente se asomó del cuello de Gojo y saludó tímidamente con un gesto de la mano.
Yuki: -susurrando- Hola...
Soko y Suguru asintieron con comprensión, respetando la timidez del niño. Estaban dispuestos a darle espacio y tiempo para sentirse cómodo en su presencia. A medida que el tiempo pasaba, Yuki comenzó a relajarse gradualmente y a interactuar más con los amigos de su papá, dándose cuenta de que estaban allí para apoyar y ser amables con él. Con el tiempo, su timidez se desvaneció y comenzó a sentirse más seguro en la compañía de Soko y Suguru, quienes se convirtieron en personas queridas para él también.
