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Gojo y Suguru llegan a la academia y se sorprenden al ver a Yuki, el hijo de Gojo, y Yasu, el hijo de Suguru, besándose. La situación se vuelve aún más inesperada cuando Gojo recuerda una apuesta que había hecho con Suguru.
Gojo: Bueno, parece que gané la apuesta, Suguru.
Suguru: ¿Qué? ¿De qué estás hablando?
Gojo: Apostamos sobre si Yuki y Yasu eran pareja. Parece que mis instintos eran correctos.
Suguru, aceptando su derrota con una risa incómoda, reconoce la aguda intuición de Gojo.
Suguru: Bueno, parece que perdí. Te pagaré la apuesta.
La escena, llena de sorpresas y risas, revela la naturaleza bromista de Gojo y la conexión única entre las familias en el mundo de las maldiciones.
