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La noticia de la trágica muerte de TN resonó en los pasillos de la academia. Gojo, siempre seguro y desafiante, se encontró sorprendido por la cruda realidad de la pérdida de alguien que en algún momento compartió su vida.
La información llegó a él como una marea oscura que amenazaba con arrastrarlo. En silencio, procesó la noticia, sus ojos reflejando la mezcla de incredulidad y dolor. TN, quien una vez desafiaba el mundo junto a él, se había ido, y la razón era más desgarradora aún: protegiendo a su hijo en un trágico accidente.
Gojo, conocido por su desenfado y actitud despreocupada, se encontró por primera vez sin palabras. Las emociones que había mantenido bajo control durante tanto tiempo se filtraron, dejando que la pesadez del dolor se instalara en su corazón.
Los recuerdos de los momentos compartidos con TN se arremolinaron en su mente, evocando sonrisas, risas y desafíos superados juntos. Pero ahora, todo eso se volvía un eco distante de lo que una vez fue.
En la privacidad de su propia pena, Gojo se enfrentó a una verdad ineludible: TN ya no estaba. La mujer que conocía, la que desafiaba sus bromas y lo acompañaba en sus días, se había desvanecido, dejándolo con un vacío que incluso su desbordante confianza no podía llenar.
