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En un día soleado y aparentemente tranquilo, Gojo se encontraba en la academia, enseñando y entrenando a los jóvenes hechiceros. De repente, recibió una llamada urgente que lo llevó a la oficina del director Yaga. La expresión seria en el rostro del director le hizo temer lo peor.
Director Yaga: Gojo, tengo noticias sobre Yuki. Lo siento, pero murió en una misión hoy.
Gojo, aturdido por las palabras del director, sintió como si el suelo se hubiera desplomado bajo sus pies. Sus ojos se llenaron de lágrimas mientras intentaba asimilar la noticia.
Gojo: -con voz quebrada- ¿Cómo... qué pasó?
Director Yaga: Fue una misión peligrosa. Hicieron todo lo posible, pero lamentablemente, no pudieron protegerlo.
Gojo se sentó, abrumado por la pérdida de su hijo. Las lágrimas caían libremente mientras recordaba los momentos felices que habían compartido juntos. En su corazón, un vacío profundo y doloroso se instaló, dejándolo sin palabras y sin consuelo.
Director Yaga: Lo siento mucho, Gojo. Si necesitas tiempo para procesarlo, tómalo. Estoy aquí para ayudarte en lo que necesites.
Gojo asintió en silencio, sintiendo una mezcla abrumadora de tristeza, enojo y desesperación. En ese momento, la vida le había arrebatado a su hijo, dejándolo sumido en un dolor que parecía insuperable.
