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Me encontraba acomodando los tantos libros que se encontraban botados o mal acomodados. ¿Qué es tan difícil dejar los libros en su lugar?. Si yo fuera Emma, les diría a los mismos chicos que los acomoden. Aunque se molesten. Cada libro que tomen, lo dejan en su lugar, y si no lo hacen harían lo mismo que yo estoy haciendo ahora.

Por suerte ya casi termino. Falta 1 hora para las 18:00. Emma no tiene mucho que se fue, me sorprendió verla que aún seguía aquí. Ya que ella sale 1 hora después de nosotros, pero por lo visto tenía una buena charla con el profesor gruñón.

Podía escuchar sus risas, a pesar de tener los dos audífonos y con el volumen algo alto.

Sonó "Pink Dolphins Sunset - Tory Lanez ft. Lee". Estaba tan sumergida en la música que mi cuerpo comenzó a moverse. Llendo al ritmo de la canción; a pesar del no tener un buen ritmo, mi cuerpo se movía.

Harper:

Me preguntó si ya habrá terminado. Ire a verla.

- Disculpe -se levanta de su lugar, acomodándose su corbata- Iré a ver cómo va Samara

- Yo voy por usted -se levanta de su lugar- Iré a verla

- No será necesario -le indica con un movimiento en mano pero de manera educada, que vuelva a tomar asiento- Yo iré. De todas formas, muchas gracias señorita Emma

A pesar de ser una biblioteca algo "pequeña", es difícil encontrarse y fácil perderse.

- ¡Señorita Samara! -no hay respuesta- ¿Samara?

Paro en uno de los pasillos, y la encuentro. Ahí estaba ella, bailando; sin percatarse de que yo estaba a unos cuantos metros detrás de ella.

Samara:

Estaba tan concentrada en la canción que no me percaté de lo que estaba detrás mío. Hasta que choque con algo, o mejor dicho... Alguien.

- Mierda -tiro los libros que sostenía entre mis manos. Giro y mi cara topa con el pecho del profesor, e inmediatamente lo miro apenada- Amm... Yo los recojo

- Le ayudo

Quería decirle "no" pero no podía pronunciar ni una palabra. Ni siquiera esa simple palabra.

Ambos nos agachamos a recoger los libros; nuestras manos se tocan, nos miramos. Nuestras caras están cada vez más cerca, hasta casi sentir nuestras respiraciones

- Disculpe -me separó de él. Incorporandome otra vez

Harper:

Sentir sus delicados y finos dedos nuevamente, son tan suaves, y, su rostro. Quiero sentirlo, acariciarlo y esos labios... No, basta. ¿En qué estoy pensando?

Después de que yo me levantaré, segundos después él se levanta. Quedado otra vez cerca de mí.

- No hay problema -me entrega el libro- Ten

- Gracias -hay un silencio- Será mejor que... Me apresuré

Doy media vuelta y me retiro avergonzada, nerviosa y acalorada.

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- Al fin -dejando el último libro en su lugar- Adiós castigo

Tomo mi mochila para retirarme

Pero antes tengo que avisarle al profesor de que ya termine, pero no quiero hacerlo. No desde lo que pasó hace rato.

Agarro valor y guardo mi vergüenza para ir a buscarlo. Encontrandolo en uno de los asientos de la biblioteca.

- Ya termine. Está todo ordenado

- Vaya, eres rápida -le sonrió de lado

- ¿Puedo retirarme?

- Por supuesto. Puedes irte

- Gracias -estaba emocionada por irme.

Al fin llegaré a mi casa a descansar.

Pero la voz del profesor me hace detenerme.

- Oye. Digo... Señorita Samara -su voz suena algo temblorosa- ¿Gusta que... la lleve a su casa?

¿Qué acabo de escuchar?

- ¿Qué?. Ah, no, no. Puedo irme caminando, no está lejos

- Déjeme llevarla

- No en verdad. No será necesario

- No aceptaré nuevamente un no. Así que la llevaré -se levanta y toma sus cosas- Además, ya es algo tarde para que una chica ande sola en la calle

Atónita lo sigo. Al salir de la escuela nos dirigimos al estacionamiento, hasta topar con el auto.

- Permíteme -me abre la puerta del copiloto

- Gracias -digo apenada

Mmm~... De nuevo ese olor.

Cierra la puerta para después subirse del lado del piloto. Y antes de arrancar el auto, me pregunta mi ubicación, a lo que yo le indicó la dirección y emprendemos el viaje.

En todo el camino no nos dirigimos la palabra. Todo fue silencio hasta que llegamos a mi casa.

- Es aquí -el profesor se estaciona y observa la casa

- Es una linda casa

- Gracias. Es de Liz, bueno Elizabeth

- ¿Vives con ella?

- No, ella vive en su departamento. Aquí ella vivía, pero hace tiempo, antes de que yo llegara.

- ¿Así que ella te está rentando su casa?

- Si. Ella al principio no quiso, pero a mí me daba mucha pena vivir en un lugar que no es de mi propiedad. Así que acordé con ella en pagarle al mes -el profesor asiente con la cabeza

- Si no es por indiscreción. ¿Dónde vivías antes?

- En un departamento. Era algo pequeña pero fue con lo que me alcanzaba en ese entonces

- Por lo que me has contado es una linda y agradable mujer

- Si que lo es. Si gusta conocerla o hablar con ella, siempre se encuentra en la cafetería. Bueno, casi siempre, porque luego por situaciones personales se retira, o no va -una pequeña risa sale de mí boca. Recordando lo que sucedió el primer día que él profesor visitó la cafetería- Pero está vez no habrá miradas

- Claro -ríe mostrando sus perfecta dentadura

- En fin, será mejor que me vaya. De seguro ya quiere irse a descansar y yo quitándole su tiempo

- No te preocupes. De hecho me es agradable hablar con usted

Al escuchar aquellas palabras me hacen sonrojarme un poco, dándole una pequeña sonrisa. A lo que él también me responde con una pequeña sonrisa.

Me entra una llamada. El celular cae por la parte de atrás, ambos reaccionamos para recogerlo. Está volviendo a suceder, nuestros rostros demasiado cerca, al igual que nuestros labios. Hasta que cortamos ese pequeño espacio, juntando sus labios con los míos.

Formando un beso.

𝐋𝐀 𝐎𝐁𝐒𝐄𝐒𝐈𝐎́𝐍 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora