4

2.4K 74 3
                                    

✧・゚: ✧・゚: - :・゚✧:・゚✧✧・゚: ✧・゚: - :・゚✧:・゚

Mi mirada va en busca de aquella voz. Esa voz grave y a la vez rasposa, que al escucharlo me hizo estremecer.

- Buenas tardes -le devuelvo el saludo de la manera más tranquila

- Qué tal señorita Sánchez -muestra una ligera sonrisa. Aunque es algo confundible, ya que podría parecer si le disgustara algo o si en verdad es felicidad- No sabía que trabaja aquí

- Si, no llevo mucho. ¿Que va a pedir?

- Solo un café negro, por favor -toma asiento en la barra

Me doy la vuelta para servirle el café.

- Aquí tiene -le entrego el café en un plato y una cuchara.

Nuestras manos se tocaron por un milisegundo, que se sintió como minutos. Haciendo que casi le tirará el café encima.

- Samara. ¿Sabes de casualidad dónde están las tazas nuevas?-Elizabeth se dirige hacía mí con desesperación- No las encuentro, según yo las puse en la cocina pero no...

Su oración fue cortada al ver la presencia de un hombre atractivo, Harper. Sus ojos brillaron, como si ese verde en sus ojos se hiciera más notable.

- B-Buenos días -lo saluda nerviosa. Harper le devuelve el saludo

Aquí vamos...

Elizabeth me toma de brazos, pegandome a ella. Alejándonos con "discreción" del profesor Harper.

- ¿Quién es ese hombre? -susurra

- Es uno de mis profesores de la universidad

- ¿Es tu profesor?. Vaya, que suerte -ruedo los ojos

- Si. Que suerte

- Es apuesto -sus ojos brillan, dilatandose- A pesar de ser alguien mayor, está conservado, es de muy buen ver

- Vaya. Te escuchas como las chicas de mi universidad -me cruzo de brazos- Están completamente encantadas con él

- ¿Tú no lo estás?

- No -hago un gestó de desaprobación

Liz no deja de quitar su vista en él.

- Tranquila no se va a escapar

- Es que... Solo míralo. Me sorprende que no te llame por lo menos la atención

El profesor nos mira por un segundo. Haciendo que ambas desvíemos la mirada.

- Oh. Por Dios -ríe y se sonroja un poco -Creo que ya se dió cuenta que lo estábamos mirando

- ¿Estábamos?

- También lo estabas observando

- Si, porque tú lo observabas más que yo

El profesor al ver nuestra reacción, en especial la de Liz. Suelta una pequeña risa.

Me acerco a su mesa.

- ¿Gusta algo más?

- Si no le molesta. Otra taza de café no me vendría mal, por favor -se limpia el líquido de su bigote con una servilleta hasta bajar a sus labios. Abriéndose ligeramente su boca

Dios...

Carraspeó. Dejándolo de observar

- Amm... C-claro -voy por la cafetera

Regreso y le sirvo nuevamente en su taza

- Muchas gracias, señorita. Es lindo ver que una alumna mía trabaje en la cafetería de su madre -lo miro confundida, a lo que él se percata. Sintiendo algo de pena- ¿No es si madre?

- ¿Mi madre?. No, ella no es mi mamá

- Oh. Disculpa, pensé que si lo era, ya que tienen un parecido

- Ouh -reí ante tal comentario

No es la primera vez que escuché ese tipo de comentarios entre el parecido de Elizabeth y yo.

- Elizabeth es una amiga. Aunque si la considero como una segunda madre, ya que me ha ayudado y ha estado conmigo en varias cosas. Sin ella no estaría trabajando aquí

- Que lindo de su parte, y de nuevo, una disculpa

- No hay problema. Me sucede la mayor parte del tiempo

- Si no es por indiscreción... ¿Vive con sus padres?

- No, no. Me mudé aquí hace unos meses o un año

- No lleva mucho aquí. Entonces

- Ajám. Me viene aquí porque ya hace tiempo que ya era tiempo de independizarme; además de que aquí se encuentra la universidad más cercana a dónde vivía

- ¿No hay universidades donde vivía?

- Si lo hay, pero no estaba la carrera que quería o, estaba bastante caro la colegiatura -hago una mueca y alzo los hombros- Hasta que tope con está

- Bueno. Es triste que tuvo que venirse hasta acá y dejar a su familia, pero la situaciones son inesperadas. Sea por algo bueno o malo

- Si que es profesor de psicología -sonrie de oreja a oreja. Mostrando sus perfectos y resplandecientes dientes blancos

Mierda. Tiene una risa encantadora y una sonrisa hermosa

- ¿No le gustaría acompañar su café con algo más?

- No soy de acompañar mi café con algo más -sonrie

- ¿En serio? -estaba sorprendida- No puedo dejar que tome solo café. Disculpe, se que usted es el cliente y al cliente lo que pida se lo traemos; pero no quiero que venga a la cafetería a solo tomar café

Me retiro. Voy a dónde está el demostrador sacando un pedazo de pastel.

- Aquí tiene -le dejó el pastel a su mesa- Antes de que vaya a decir algo, pruébelo. Si no le gusta, no hay problema y dejaré de ser una molestia para usted

Su mirada es fulminante. No sé si está intigrado, feliz o molesto, es difícil de percibir.

Entran dos clientes, me vuelvo a retirar de la mesa del profesor, dejándolo solo para atender a uno de los clientes. Mientras Elizabeth atiende a otro.

𝐋𝐀 𝐎𝐁𝐒𝐄𝐒𝐈𝐎́𝐍 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora