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Samara:

El día de hoy no ví al profesor Harper, hoy no me tocó clase con él, pero aún asi me entró el cosquilleo. Las clases ya habían terminado, me despido de mis amigos y voy de camino a la cafetería. Está vez Elizabeth me quería temprano.

Siento una gota caer en mi cabeza, comenzó a lloviznar, no me preocupo así que sigo caminando, pero después; la lluvia se vuelve fuerte. Así que me refugio en un lugar techado, veo la hora; aún tengo tiempo, pero no sé cuando vaya a parar o a bajar la lluvia. Así que sin pensarlo dos veces sigo con mi camino, corriendo.

No sé ve absolutamente nada aen el camino, la lluvia es tan fuerte que no puedo ver a lo lejos. No me tomó el tiempo para fijarme si venía un auto, cruzo la calle para después ver unas luces iluminado el camino y de inmediato siendo apagadas al momento de ser golpeada.

Sentí mi vida pasar por mis ojos. Alguien sale del auto, no alcanzo a distinguir ya que la lluvia no me dejaba ver. Se acerca a mí y veo que es el señor Harper, mi corazón palpita con rapidez. Se agacha para ayudarme a levantarme.

— ¡Maldición!. ¡Samara!

Solo escuchaba su voz, estaba desesperado, preocupado. Quería decirle que estaba bien, pero mi boca no podía moverse, ni siquiera mi cuerpo. Siento como el agua escurre por mi rostro, totalmente empapada por el agua que caía del cielo, y el que estaba tocando mi cuerpo contra el suelo. Mi visión es borrosa, solo veo sombras; en especial un que se mueve, está cerca de mí. Me toma de las manos y después del rostro, y de ahí...

— ¡Samara!

Harper:

Llegué al hospital, tenía a Samara entre mis brazos inconsciente.

— ¡Ayúdenme, por favor!

Los doctores, enfermeras y camilleros del hospital no tardaron en recibirme junto con Samara. Trajeron una camilla y rápidamente la trasladaron, llevársela lejos de mí.

— Yo... Necesito ir con ella —uno de los doctores me detiene

— Relájese, señor —me contesta con tranquilidad— Ella estará bien, espere aquí. Nosostros le mantendremos informado

El doctor se retira dejándome en la sala de espera.

Samara

Paso una hora, estaba sentado en frente de la habitación donde se encontraba Smara. Mi cabeza no dejaba de dar vueltas, me sentía culpable, totalmente culpable. Mis pensamientos son interrumpidos por el sonido de la puerta que es abierta, sale el mismo doctor con el que interactúe hace un momento.

— ¿Cómo está Samara?

— Ella está bien. De hecho acaba de despertar —sonrío al escuchar la noticia— La razón por la cuál estuvo inconsciente fue por el golpe que recibió en la cabeza, pero afortunadamente no llego a mayores. Solo una ligera fractura en la cabeza, pero nada de que preocuparse

— ¿Puedo ir a verla?

— Claro. Lo dejo

Entro emocionado a la habitación. Ahí estaba ella, acostada. Al verme una sonrisa se forma en su bello rostro.

— Harper —dice mi nombre. Apenas se logra a escuchar

— Samara —apenas me acerco ella y me arrodilo. Tomando sus manos— Casi te pierdo... —no pude decir más, estaba atónito, asustado.

— Tranquilo. Me encuentro bien, ¿sí?

Entrelace su mano con la mía, apretandola un poco, tratando de nos lastimarla. Así nos quedamos un rato.

Después de un rato de estar en el hospital en lo que Samara se sintiera mejor; salimos. Y la lleve a mi departamento para que pasara ahí la noche.

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Samara:

Estando en su departamento decido llamar a Elizabeth y contarle lo sucedido.

Termino la llamada con Elizabeth. Al darle la noticia, se preocupo demasiado que escuché sus sollozos que casi me pone a llorar, pero logre mantener la compostura y sonar bien ante ella. Sin embargo, de quién estoy  más preocupada es por Harper, aún sigue callado. Salvó hace unos minutos, antes de que llamará a Elizabeth, me entregó una toalla y me digo que me metiera a bañar. Al parecer si le perjudicó bastante.

Le daré algo de espació en lo que voy a ducharme.

Apenas me metí a ducharme cuando siento unas manos tocar mi abdomen y unos brazos rodear mi cuerpo. Él pega su cuerpo con el mío, tocándose; siendo empapados por el agua que salía de la regadera.

— ¿Estás bien?

— Sí. Es solo qué... Me asusté. ¿Qué hubiera pasado si...?

— Pero no paso

— ¿Y si, sí?. En verdad no me imaginó lo que habría pasado

— Tranquilo. Estoy aquí —lo tomo de ambas manos

— No quiero perderte

Me pega a su cuerpo, comienza a besarme la espalda y el cuello. Sus manos recorren parte de mi cuerpo con lentitud, me giro quedando frente a él.

Sus ojos estaban rojos, había llorado. Tomo su rostro y lo beso con ternura, me separó de él y veo como una lágrima cae.

Lo abrazo, correspondiendome. Pero está vez el abrazo es diferente, es más protector. Sus dedos casi se entierran en mi espalda y en mi cabello, pero no me lastiman.

— Te amo —me dice en un suspiró

𝐋𝐀 𝐎𝐁𝐒𝐄𝐒𝐈𝐎́𝐍 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora