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— Disculpe. Solo quería preguntarle, ¿si no gustaba algo de café?

— Ah, si claro

Nos quedamos mirando por unos segundos, sé sintieron como si hubiesen sido minutos. Hasta que él agachó un poco la cabeza y se fue en dirección a la cocina.

Salgo del sanitario y tomo asiento en uno de los sofás. El profesor Harper llega con dos tazas de café, azúcar, café y una cuchara.

— Solo le hace falta azúcar. No sé lo quise poner, porque, no se que tan dulce le guste; y también trage el café por si gusta ponerle más —me sonríe

— Gracias

— Se me olvidaba —se retira por un momento

¿Qué se le habrá olvidado?.

Le hecho 2 cucharaditas de azúcar y le doy un sorbo al café para probarlo. Regresa el profesor Harper con unos hielos, alcohol, un trapo húmedo y vendas.

— Ven —me dice asciendo una seña con la mano para que vaya hacía él

— Ya le dije que me encuentro bien. No es para tanto

— Dice eso después de una golpiza en el pómulo, una partida en el labio, sangrado en la nariz y un raspón en la pierna

— Solo unos golpes pequeños, nada grave. No es como si me fuera a morir—un suspiro pesado salió de su boca

— No pienso ponerlo a discusión, Samara. Está en mi departamento, y le guste o no, voy a curar su heridas —se sienta a lado mío

— Por supuesto. Olvidaba lo mandon que es usted

— Y yo olvidaba lo terca que es usted —sin decir nada dejo que vea mis heridas

Dónde tengo el golpe, me pone el trapo con un hielo dentro, pero apenas me toca y doy un quejido de dolor.

— ¡Auch. Duele! —digo entre dientes

— Y decía que no fue grave. Si te dió un fuerte golpe —nuevamente me quedo callada— No debiste porque interponerte

— Ya le había dicho. Tenía que... Lo tenía contra el suelo y... no quería que lo golpearán —él me mira, pero por la pena, desvío la mirada— También para que no llegara a la escuela con golpes y se preguntarán que le sucedió

— Tal vez no habría problema. Hubiera pensado en cualquier excusa —nuevamente nos quedamos en silencio— ¿Hay problema si limpio su herida de la pierna?

— No. Adelante

Él procede a incarse en el suelo para poder limpiar mi herida de la pierna; yo solo observo lo que hace. Me pone alcohol en la herida, quejándome del dolor; sentí un ardor, después de ello, me pone una venda. No entiendo para que; no tenía el hueso expuesto o una cortada. Pero en fin.

— Se lo agradezco —lo miro— Por haberme ayudado profesor

— Está bien, y, ya no me llames profesor. A excepción de la escuela. Solo dime Harper

— Si —le sonrió

— Su labio —se levanta y nuevamente se sienta a lado mío. Con toquecitos me limpia el labio

Me sacó de mis pensamientos el sentir como me acariciaba el labio inferior. Mira mis labios y después a mí, no sé cómo reaccionar, mi cuerpo está congelado, pero por dentro tengo ganas de abalanzarme sobre él y besarlo.

Harper:

Por Dios. Quiero besar nuevamente esos labios finos y suaves, tocar cada parte de su cuerpo y tener más de cerca aquel olor a frutos rojos, tan exquisito. Ya no puedo soportarlo.

En un acto desesperado la beso. Siguiendo el compas de sus labios.

Nuestros besos se vuelven salvajes, más desesperados, más desenfrenados. Apoyo mis manos en sus piernas y la pongo encima de mí. Un gemido se escapa de su boca.

— Disculpa. ¿Te lastime?

— Estoy bien —continuo besándome

Mis grandes manos se posan en su cadera, hasta que una de ellas se dirige a su parte. Apenas sintió el roce de mis dedos y su cuerpo se arqueó un poco; mi respiración se aceleró un poco. Metí mi mano en mi ropa interior para después iniciar los movimientos con mis dedos.

— ¿Te gusta? —otro gemido salió de sus labios, pero esta vez fue de placer

— A-ah~. Si —se aferra más a mí

Samara:

Me deja de besar ya que me hacía falta la respiración. Sus dedos aún siguen moviéndose dentro de mí; comienza a besarme el cuello, le desabrocho los botones de sus camisas hasta quitárselo por completo, exponiendo su torso marcado, al igual que sus brazos. Él se detiene, me carga y me lleva a su habitación. Quedó acostada en su cama, él se pone encima mío; continuamos con el beso.

Se quita el cinturón y su pantalón hasta quedar en boxers, momentos después se los quita. Hasta quedar desnudo.

¿Quieres continuar?

— ¿Me lo pregunta ya estando en la cama? —una pequeña risa sale de su boca y prosigue

Con lentitud, me quita lo que traigo debajo del vestido, después me quita el vestido. Dejando expuesto mi cuerpo completamente desnudo. Toma mis piernas y las acomoda sobre la parte baja de su espalda, toma su miembro y siento como lo mete dentro de mí. Sus movimientos son lentos, hasta ser elevados.

Me besa con pasión y ferocidad, lo quiero tomar de la espalda, pero en un movimiento rápido él con un mano me toma de las muñecas y las pone encima de mi cabeza, mientras que con la otra mano masajea uno de mi pechos. La exitación me invade, mi cuerpo cada vez se siente más caliente y sensible ante su tacto. Nuestros gemidos retumban en las paredes de la habitación.

Siento como un líquido sale de mí, ya me estaba viniendo, pero él no se detenía, y tampoco quería que lo hiciera.



𝐋𝐀 𝐎𝐁𝐒𝐄𝐒𝐈𝐎́𝐍 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora