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El ruido de los tacones al chocar contra el mármol resonaban en el piso de aquella oficina, se oía perfectamente como un pie era puesto enseguida del otro, denotando su furia y prisa por llegar.

Dentro del pecho de la chica había mil volcanes haciendo erupción, era capaz de asesinar con la mirada si tuviera ese súper poder.

Ni siquiera se molestó en pedir permiso para entrar, abrió de golpe la puerta con el apellido Park en la placa a lado de la misma.

Y ahí lo vio, sentado en ese sillón negro de cuero, detrás de ese escrito de corte fino en cristal,  perfectamente enfundado en ese traje  azul sastre hecho a la medida.

El hombre no tenía ninguna expresión en su rostro, él sabía que ella vendría hacia el. Es por eso que no se sorprendió en lo absoluto que estuviera ahí parada en la puerta con el enojo pintado en su rostro.

Hae Rin estaba furiosa con su padre, ¿por que le había hecho eso? ¿Por qué había tramitado su divorcio? .

En aquella oficina se escuchaban los gritos de ambos, acusándose él uno al otro,; era tarde y la oficina se encontraba vacía es por eso que el eco de sus gritos se intensificaban, la discusión iba en aumento y no terminó hasta que el ministro le exigió a su hija que se fuera de la casa, que ya no quería verla ahí.

A la castaña se le terminó de romper el corazón, después de eso no le discutió más y se largo de ahí con un sentimiento de tristeza invadiéndole su ser.

¿Fue así como se sintió Jimin cuando lo echó de la casa?

Era la pregunta que se hacía la chica mientras se dirigía a aquella casa por última vez para recoger sus cosas.

Mientras en la oficina se había quedado un hombre sintiéndose herido y solo; su mayor orgullo lo había decepcionado y traicionado; pero no daría su brazo a torcer. Eso jamás.

Ahora se encargaría de arreglar sus problemas uno a uno, su candidatura estaba perdida, no habría manera de revertir aquello, pero ahora se centraría en su segundo gran problema: Jimin.

Ese engendro no se saldría con la suya, así que comenzó a trabajar en su defensa por la acusación de violencia, lo único que le jugaba a su favor era que los examen tanto físicos como psicológicos estaban firmados por ese par de arpias que siempre consecuentaron  a su hijo en sus mariconerias y ahí estaba su posibilidad: el sesgo emocional, con eso a su favor él podría argumentar que aquellos exámenes no eran de confianza. Y así mataría dos pájaros de un tiro, se libraría de aquella demanda y pondría en aprietos a Min Bae Ho y a Kim Na Ri, porque falsificar pruebas estaba penado y podían perder sus cédulas para seguir ejerciendo sus profesiones.

Apelaba a que solo tal vez; su engendro podría ser astuto y sensato por una vez en su vida y negociar aquello. Él apostaba por que Jimin se sintiera culpable por poner a sus dos "madres" en esa situación y considerando que estaba a unos días de cumplir 18 años él tendría la edad legal para tomar esas decisiones.

Bien por el momento ese fuego aún estaba encendido pero ya estaba casi controlado.

Ahora de la acusación por fraude; bueno de algo le serviría que las ganancias fueran a parar a una cuenta a nombre de Min Hae Rin; oh claro que le servía y de mucho; esa acusación se voltearía hacia Min, si lo hacía ver como si él Ceo de la cuenta de su entonces esposa haría malversación de fondos.

Ahora tendría que "buscar" esas pruebas.

Lo sentía por Hae Rin porque aunque ella argumentara que no sabía de aquel asunto las pruebas estaban ahí, y si le sumamos que durante un tiempo sacó dinero de las cuentas de Min para dárselo a él a su campaña y ella no lo declaró, bueno la duda razonable estaba ahí; ¿ qué tanto era capaz de hacer Hae Rin por dinero?.

La futura señora del Ceo MinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora