-a lovely day.

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Después de aterrizar en Londres, apenas rozando la agitación de la ciudad, me encontraba en el hotel, sumida en la quietud momentánea que seguía a la agitación de un vuelo

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Después de aterrizar en Londres, apenas rozando la agitación de la ciudad, me encontraba en el hotel, sumida en la quietud momentánea que seguía a la agitación de un vuelo.

Siete horas en un avión no eran la peor parte de viajar, pero la transición de un clima a otro definitivamente lo era.

Filadelfia, mi ciudad, estaba experimentando un verano abrasador, y el contraste con Londres y sus temperaturas más frescas había sido abrupto y significativo.

Así que ahora me encontraba descansado en la elegante suite que Stella nos había conseguido. Esto era algo nuevo para nosotros, nunca nos habíamos quedado en un hotel que luciera tan caro. Mi carrera recién estaba comenzando, por lo tanto en las pequeñas giras que hacíamos nos quedábamos en hoteles baratos, a veces hasta dormíamos en el auto para abaratar gastos.

Mason estaba sentado en el sofá con el teléfono en la mano, anticipando con intriga las próximas instrucciones de la mujer. Mientras tanto, yo trataba de ahogar la incertidumbre que se arremolinaba en mi estómago.

La gran vista desde la ventana y el zumbido lejano de la ciudad casi podían hacerme olvidar de que estaba a punto de sumergirme en un día inusual, para el cual no estaba ni un poco preparada.

La idea de pasar un día entero con Lando Norris revoloteaba en mi mente como una mariposa intranquila.

—Parece que estás a punto de vomitar. —bromeó Mason, mirándome con sus característicos ojos serenos.

Fruncí el ceño y suspiré, preguntándome si él podría entender la complejidad de esta situación.

Pasar un día entero con Lando en su territorio, en su ciudad natal, se sentía como adentrarse en un laberinto desconocido.

—¿Tengo que recordarte que no quiero hacer esto? —murmuré, sintiendo la tensión en mis hombros. —Deberíamos estar pensando en nuevas canciones, metidos en el estudio hasta que algo bueno salga…

—Toma esta cita como inspiración para tu próxima canción. —propuso, como si hubiera tenido la mejor idea en el día.

Me puse una almohada en la cara y grité en ella, intentando desahogarme o asfixiarme, cualquiera de las dos funcionaba para mí.

—No creo que sea tan malo… —respondió, intentando transmitirme tranquilidad. —Tal vez te llevará a pasear, y luego si te portas bien, te comprará un helado.

Puse los ojos en blanco y le lancé la almohada, mientras él reía de su propia broma.

—Solo estoy jugando Ivy, no vayas a ponerme en tu lista.

La lista de la que hablaba Mason era una vieja, y usada, servilleta de papel en la que había anotado a las personas que más odiaba un día que estaba muy enojada.

Y desde que él la encontró en el bolsillo de mi campera, no deja de molestarme con eso.

—En estos momentos estás justo debajo de Kayne West.

Teardrops on my guitar | Lando NorrisDonde viven las historias. Descúbrelo ahora