La luz del sol se filtraba a través de las cortinas de mi habitación, anunciando un nuevo día en Italia. Me senté en la cama y observé mi entorno. La habitación era un refugio de lujo y comodidad, con paredes pintadas en tonos cálidos y decoradas con arte renacentista. Un enorme espejo dorado colgaba sobre una cómoda de madera oscura, reflejando la luz suave del sol que entraba por las ventanas.
Era tan extraño, cualquiera pensaría que acostumbrarse a estas cosas seria sencillo, pero no lo era. Para nada. Me sentía una intrusa.
El balcón, adornado con macetas llenas de flores vibrantes, ofrecía una vista espectacular de las calles empedradas de Monza. Siempre había soñado con visitar Italia, con caminar por sus antiguas calles y perderme en la belleza de su historia y cultura. Ahora que estaba aquí, debería sentirme emocionada, pero el nudo en mi estómago me recordaba que algo no estaba del todo bien.
Suspiré, intentando disipar la sensación extraña.
Me estiré en la cama, tratando de sacudir la sensación de incomodidad que me había acompañado desde anoche. Algo en la forma en que Lando me había mirado durante la cena posterior a la carrera no me cuadraba. Había un aire de frialdad y distancia que no podía ignorar.
Stella había sido clara en la última reunión: necesitábamos salir y pasear por las calles de Italia, seguir fingiendo para el público y los fotógrafos. Pero el pensamiento de enfrentarme a Lando después de su comportamiento extraño me hacía sentir un nudo en el estómago.
No sé cuánto más tiempo podría soportar esta situación, cada día me sentía más agotada.
Me vestí con cuidado, eligiendo un atuendo casual pero elegante, perfecto para las cámaras. Salí de mi habitación y me dirigí hacia la de Lando, decidida a poner lo mejor de mi este día para enfrentar el espectáculo público.
Al llegar, respiré hondo y llamé a la puerta.
Tardo varios minutos, pero finalmente, Lando abrió la puerta, su expresión era dura y distante.
—Stella quiere que salgamos a pasear un rato, para seguir con el show. —dije, tratando de mantener mi voz firme.
Él asintió, pero la sonrisa que esbozó no llegó a sus ojos.
—Por supuesto, no queremos que nadie piense que no estamos perfectamente felices. —respondió, su tono sarcástico me hizo sentir un escalofrío.
Traté de no mostrar cuánto me afectaba su actitud y me di la vuelta, comenzando a caminar por el pasillo. Lando me siguió, y el silencio entre nosotros se hizo más pesado con cada paso.
Las calles estaban llenas de vida, con turistas y locales disfrutando del día.
Me esforzaba por mantener la apariencia de normalidad, pero su comportamiento me estaba descolocando.
Habían pasado que, ¿Quince horas? Desde que habíamos estado bromeando y compartiendo apodos tontos antes de la carrera. Y ahora volvía a ser el Lando de siempre, ese que parece cerrarse en si mismo y que se obstina en que lo deteste.
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Teardrops on my guitar | Lando Norris
FanficEn el glamoroso escenario de la Fórmula 1, donde la velocidad es ley y los secretos se esconden detrás de las curvas, el piloto carismático Lando Norris y la prometedora cantante Nirvana Sinclair se ven envueltos en un juego de relaciones públicas q...