En el glamoroso escenario de la Fórmula 1, donde la velocidad es ley y los secretos se esconden detrás de las curvas, el piloto carismático Lando Norris y la prometedora cantante Nirvana Sinclair se ven envueltos en un juego de relaciones públicas q...
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Pov- Lando Norris
El calor de su cuerpo contra el mío es electrizante. Mis labios se encuentran con los suyos una y otra vez, cada beso intensificándose, cada roce enviando ondas de deseo a través de mí.
—Necesitaba tanto esto... —susurró entre besos, sintiendo cómo su sonrisa se transforma en algo más profundo, más intenso.
La forma en que me mira, como si fuera el único en el mundo, me hace perderme en ella. Y ese es el problema. Me estoy perdiendo.
Siempre intenté evitarla. Desde el principio, desde que decidimos entrar en este juego de apariencias, supe que Nirvana no podía ser solo otra chica más en mi vida. Ella era parte del plan. Nuestra relación falsa. Y sabía que si me metía con ella de verdad, todo se jodería. Todo.
Las reglas estaban claras desde el comienzo: no emociones, no sentimientos, no complicaciones.
Y aquí estoy, rompiendo cada maldita regla que yo mismo había creado.
No soy de los que tienen relaciones. Nunca lo he sido. No me gusta el compromiso, no me gustan las expectativas. No soy de los que se quedan. Y Ivy... ella no puede ser la excepción. Pero cada vez que está cerca, mi piel se eriza, y eso me pone en alerta. Es como si mi cuerpo reaccionara antes de que pudiera detenerme. Hay algo en ella, algo magnético que me atrae, sin importar cuánto intente resistirme. Y en serio, lo he intentado.
Cierro los ojos por un segundo mientras la beso, luchando internamente con esta atracción que me consume. Sé que debería alejarme, que debería detenerme, pero no puedo. No cuando estoy así, tan cerca de ella.
Parte de mí siempre se ha alejado, porque sé que ella está convencida de que todo esto es una equivocación. Ella siempre se protege. Es el tipo de persona que sigue las reglas, que necesita tener control sobre todo, que no puede permitirse un solo error. Y yo... sé que soy el tipo de error que ella no querría cometer.
No quiero que me odie por hacerla caer en algo que cree que está mal.
Cada vez que me acerco, siento que ella está al borde de empujarme lejos, de poner una barrera entre nosotros para no perder el control que tanto necesita. Y quizás por eso nunca he dejado que esto fuera más allá de lo físico, de esos momentos robados, porque sé que si cruzamos esa línea, me va a culpar. Y la idea de que me odie por ser el error en su vida me aterra.
Pero en este momento, con nuestros cuerpos entrelazados, con sus manos en mi piel, es difícil recordar todas esas razones por las que debo mantenerme alejado.
Solo sé que la necesito. La necesito más de lo que debería.
Decido no pensar más. En lugar de eso, empujo suavemente su cuerpo hacia atrás, y con un movimiento decidido, la guío hacia el sofá de la sala. La distancia entre la cocina y el sofá se siente como un mar de momentos. Nuestros labios nunca se separan; el sabor de su boca es un dulce vicio del que no quiero escapar.
