-unexpected triumphs.

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La energía en el garaje de McLaren era palpable

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La energía en el garaje de McLaren era palpable.

El ambiente en el garaje era una mezcla de sonidos y emociones que me abrumaron desde el primer momento. A mi alrededor, Stella y Mason estaban igual de concentrados, pero yo podía sentir cómo cada sonido del circuito resonaba en mi pecho, como un tambor que marcaba el ritmo de mis nervios.

Desde que llegamos, había estado luchando por controlar esos pensamientos.

Lando y yo apenas éramos cercanos, pero había algo en verlo prepararse para la carrera que me hacía sentir una extraña sensación.

A pesar de nuestros choques, algo en mí quería que hoy fuera su día. Pero a la vez me reprendía por ese pensamiento, se había comportado de forma decente una vez y yo ya le estaba deseando cosas buenas. Era una tonta.

Pero la adrenalina en el aire era casi tangible.

Los ingenieros se movían con precisión, los mecánicos ultimaban detalles, y las pantallas mostraban imágenes en vivo del circuito y de los aficionados. Miré a mi alrededor, intentando absorber cada detalle: los cascos alineados, las herramientas organizadas, el murmullo constante de las conversaciones técnicas.

La cámara enfocó a Lando, mostrando sus ojos bajo el casco recién puesto, se veía muy concentrado, y sentí un pequeño cosquilleo. No podía evitarlo, había algo magnético en la forma en que sus ojos penetraban. Segundos después, en la pantalla del garaje, mi propia imagen apareció con el rótulo: "Nirvana Sinclair; cantante y pareja de Lando Norris".

Ver eso hizo que mi estómago se revolviera.

No éramos realmente pareja, pero ahí estaba, a la vista de todos.

Stella me dio un codazo suave, rompiendo mi ensimismamiento.

—¿Estás bien? —preguntó con una sonrisa.

Asentí, tratando de parecer tranquila.

—Solo... ansiosa. —respondí, lo cual no era una mentira completa.

Miré de nuevo a Lando, su figura se destacaba mientras subía al coche.

El sonido de los motores se intensificó, y supe que el momento se acercaba. En ese instante, a pesar de nuestras diferencias, solo quería que él lo diera todo en la pista.

La carrera estaba a punto de empezar, y el mundo alrededor parecía detenerse, esperando ese instante en el que todo cobrase vida y los semáforos se prendieron.

Los motores rugieron, y aunque no conocía cada detalle técnico, el impacto era innegable, la pasión era contagiosa y la emoción en el garaje alcanzó su punto máximo. Me encontré a mí misma aferrándome al borde de la silla, mi corazón late al ritmo frenético de la carrera, observando cómo el piloto de McLaren maniobraba entre los otros autos con una habilidad que me dejaba sin aliento.

Teardrops on my guitar | Lando NorrisDonde viven las historias. Descúbrelo ahora