El zumbido en mi cabeza era insoportable.
Cada latido pulsaba detrás de mis ojos como si un martillo estuviera golpeando mi cráneo desde adentro. Me revolví entre las sábanas, gruñendo por lo bajo mientras intentaba abrir los ojos. La luz del día se filtraba a través de las cortinas, demasiado brillante para mi gusto. La sequedad en mi boca era casi dolorosa, y mi cuerpo estaba tan rígido que cada movimiento parecía requerir un esfuerzo monumental.
Maldije en voz baja, arrepintiéndome de cada sorbo de alcohol que había tomado la noche anterior.
Los recuerdos eran fragmentados y confusos, como si una niebla espesa cubriera lo que había pasado. Intenté recordar cómo había llegado a esta situación, pero mi mente se rebelaba, cada intento de recordar me provocaba un dolor punzante.
Cuando finalmente reuní el valor para abrir los ojos, noté algo en la mesita de luz junto a la cama. Un vaso de agua y una pastilla para el dolor de cabeza. Me incorporé en la cama, apoyando la espalda contra la cabecera mientras tomaba la pastilla con un largo trago de agua. Sonreí débilmente, sabiendo exactamente quién había sido lo suficientemente experto como para dejarme eso.
Lando.
El simple pensamiento de su nombre hizo que una ráfaga de recuerdos comenzara a golpearme como una avalancha. Fragmentos de la fiesta comenzaron a volver a mi mente. La música retumbante, las luces de neón girando como un caleidoscopio, y las risas llenando el aire. La sensación del calor del champán deslizándose por mi garganta y, sobre todo, los ojos de Lando siguiéndome a través del lugar. Mi risa resonando en el ambiente, los pequeños tropiezos mientras me movía entre la multitud.
Presioné mis párpados con fuerza, tratando de ahogar los recuerdos incómodos.
Mis pensamientos estaban desordenados, pero poco a poco comenzaron a alinearse. Recordé haberme acercado a Lando, jugando con los chicos en la fiesta, coqueteando descaradamente. Su mirada cautelosa, el roce de sus dedos en mi cintura, y su voz grave susurrando mi nombre con una mezcla de diversión y preocupación. Había sido una noche llena de impulsos, y mis inhibiciones se habían desmoronado como un castillo de cartas.
Lo había provocado, eso lo sabía. Y aunque parte de mí se sentía avergonzada por lo lejos que había llegado, otra parte... no se arrepentía en absoluto. Pero la vergüenza era innegable. Recuerdo haberme apoyado en él, sintiendo la firmeza de su cuerpo contra el mío mientras me sujetaba para que no me tambaleara. La preocupación en su mirada, y luego, su negativa a dejarme seguir adelante con lo que claramente no era una buena idea.
Me pasé una mano por el cabello, soltando un suspiro.
Lando había sido el adulto responsable en esa situación, mientras yo me comportaba como una niña caprichosa. Pero en ese momento, no me importaba. Todo lo que quería era su atención, su aprobación, y sí, también su calor.
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Teardrops on my guitar | Lando Norris
FanfictionEn el glamoroso escenario de la Fórmula 1, donde la velocidad es ley y los secretos se esconden detrás de las curvas, el piloto carismático Lando Norris y la prometedora cantante Nirvana Sinclair se ven envueltos en un juego de relaciones públicas q...