En el glamoroso escenario de la Fórmula 1, donde la velocidad es ley y los secretos se esconden detrás de las curvas, el piloto carismático Lando Norris y la prometedora cantante Nirvana Sinclair se ven envueltos en un juego de relaciones públicas q...
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POV- Lando Norris.
Me desperté con una sensación de vacío.
Era como si la cama, el lugar que había sido cálido y acogedor anoche, ahora estuviera desprovisto de vida. Extendí la mano, esperando encontrar a Ivy a mi lado, pero lo único que toqué fue una sábana fría.
El aire se sentía extraño, cargado de una quietud que no pertenecía a este momento. Anoche, después de todo lo que había pasado, la sensación de su cuerpo junto al mío me había dado una tranquilidad que hacía tiempo no sentía. Pero ahora, su ausencia pesaba en el ambiente, llenando el espacio con preguntas que no sabía cómo responder.
Lentamente me incorporé, sintiendo cómo el frío del suelo se colaba a través de mis pies descalzos. Me quedé sentado en el borde de la cama, los codos apoyados en las rodillas, la cabeza entre las manos, intentando dar sentido a lo que sentía.
Sabía que ella no estaba obligada a quedarse, pero después de lo que había pasado... ¿Por qué se había ido sin decir nada?
Cada segundo que pasaba me hacía más consciente de su ausencia.
Anoche había sido tan real, tan vívida, pero ahora todo se sentía como un sueño difuso, uno del que me estaba despertando demasiado rápido. Miré hacia la almohada donde había descansado su cabeza, las sábanas perfectamente lisas como si nadie hubiera estado allí. ¿Lo había imaginado todo? ¿Había sido una ilusión creada por mi propio deseo de tenerla cerca?
Con un suspiro, me levanté de la cama y caminé hacia la ventana, apartando las cortinas con más fuerza de la necesaria. La luz del sol entró en la habitación, iluminando cada rincón con un resplandor casi cruel. Afuera, el mundo seguía su curso, indiferente a la tormenta de pensamientos que se arremolinaba en mi cabeza.
Apoyé una mano en el vidrio frío de la ventana, observando cómo la ciudad cobraba vida debajo de mí. Las personas caminaban apresuradas por las calles, los autos se movían con fluidez, todo parecía tan normal. Pero dentro de mí, todo era un caos.
¿Había dicho algo anoche que la molestó? ¿Hice algo mal?
La sensación de incertidumbre se hacía más fuerte, como un nudo en mi estómago que no podía deshacer.
El espejo en la esquina de la habitación captó mi atención, y me acerqué a él casi sin pensarlo. Miré mi reflejo, buscando respuestas en la expresión del hombre que me devolvía la mirada. Vi la confusión en mis ojos, el ceño ligeramente fruncido, los labios apretados.
Era una versión de mí que no me gustaba ver. Estaba acostumbrado a tener el control, a saber qué hacer, pero ahora me sentía perdido.
Mientras me vestía, cada prenda de ropa que me ponía se sentía como un peso adicional, un recordatorio de que tenía que seguir adelante a pesar de no entender lo que estaba pasando. Me abotoné la camisa con movimientos lentos, cada botón parecía requerir un esfuerzo consciente, como si mi mente estuviera demasiado ocupada con sus propios problemas para coordinar tareas simples.
