-crossing lines.

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Pov- Lando Norris

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Pov- Lando Norris.

La tarde en el paddock de Miami estaba envuelta en una mezcla de emociones y sonidos ensordecedores. La carrera había terminado y el bullicio de los equipos empacando sus cosas se mezclaba con los murmullos de los fanáticos que comenzaban a dispersarse.

Había terminado séptimo, muy lejos de lo que esperaba, y la decepción pesaba en el aire como una nube negra asfixiante.

Cada vez que cerraba los ojos, veía el momento en que perdí mi posición en la parte delantera, los errores que cometí, las oportunidades perdidas. Había trabajado tan duro, dado todo en la pista, y aun así, no había sido suficiente. La rabia y la impotencia se mezclaban dentro de mí, una tormenta de emociones que no podía controlar.

Sentía que había fallado, no solo a mí mismo, sino a todo el equipo. Ellos contaban conmigo para llevar el coche al podio, y yo no había cumplido.

Así que ahora, caminaba hacia la sala de reuniones del equipo, y cada paso que daba estaba cargado de frustración y enojo conmigo mismo.

Los mecánicos trabajaban en silencio, y noté cómo evitaban mirarme. Sabían que cualquier palabra podría desencadenar un caos.

Con cada paso, la tensión dentro de mí crecía.

Sentía el peso de las expectativas no cumplidas, de las esperanzas que se habían desmoronado en la pista.

Como había decepcionado a todos.

Antes de llegar a la sala y esconderme por un rato de todas las miradas llenas de compasión, me crucé con Max en el pasillo. Él estaba de buen humor, habiendo terminado en el podio.

Al verme, su sonrisa se ensanchó y me dio una palmada en la espalda.

—Ey compañero, ¿Has escuchado la entrevista que dio Nirvana? —preguntó, con su tono divertido. —Vaya, qué feo debe ser que tu novia apoye a un perdedor antes que a ti...

Solté una risa forzada, tratando de mantener la compostura.

Si, obviamente había escuchado la entrevista de Nirvana, porque todo el mundo parecía estar comentando sobre eso.

—Sí, muy gracioso, Max. —sonreí entre dientes. —A ella le encanta burlarse de mí...

Por dentro, sentía cómo mi molestia crecía.

No podía dejar de pensar en las palabras de ella y cómo había aprovechado la entrevista para lanzarme ese golpe bajo.

Max me dio otra palmada, esta vez en el hombro.

—Ánimo, hombre. Todos tenemos malos días, pero debes admitir que fue un comentario gracioso. —se rió, sin darse cuenta del efecto que sus palabras tenían en mí.

Asentí, forzando otra sonrisa.

—Sí, seguro. Nos vemos luego, Max.

Me alejé de él rápidamente, tratando de contener la rabia que burbujeaba dentro de mí.

Teardrops on my guitar | Lando NorrisDonde viven las historias. Descúbrelo ahora