-drops of hopelessness.

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El cielo de la ciudad estaba gris cuando me asomé por el balcón de la habitación

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El cielo de la ciudad estaba gris cuando me asomé por el balcón de la habitación. Las luces de los semáforos parpadeaban a lo largo de la avenida, reflejándose en los charcos de lluvia que cubrían el asfalto.

El día había amanecido con el mismo estado de ánimo que yo.

Triste.

Apoyé mis manos en la barandilla fría y observé cómo la lluvia caía con fuerza, formando pequeños charcos en las calles. Cada gota que golpeaba el suelo parecía resonar dentro de mí, amplificando la tristeza y el desasosiego que sentía.

La filtración de las canciones había sido un golpe duro, pero lo que realmente dolía era la traición implícita. Alguien cercano a mí había hecho esto, y esa idea era más dolorosa que cualquier crítica o comentario negativo que pudiera recibir.

Me sentí expuesta, como si todas mis emociones estuvieran al desnudo para que el mundo las viera, pero sin mi consentimiento. Había puesto mi alma en esas canciones, y ahora estaban siendo juzgadas antes de tiempo, fuera de contexto.

Respire hondo, intentando calmar la tormenta interna que coincidía con la del exterior.

Un sonido de pasos me sacó de mis pensamientos. Me giré y vi a Mason entrando en la habitación con una bandeja con cafés en las manos y en la otra una bolsa color beige.

Su presencia era reconfortante, una pequeña luz en medio de la oscuridad.

—¿Estás bien? —preguntó, aunque sabía la respuesta.

—No, pero tengo que estarlo. —respondí, dejándome caer en el sofá.

Mis ojos recorrieron la habitación, buscando algún tipo de consuelo en el entorno poco familiar de lujo. No lo encontré.

—Pensé que podrías necesitar esto. —dijo, colocando los vasos sobre la mesa. —La mujer que me atendió dijo que eran los sfogliatella y cannolis más ricos de toda Italia.

Me guiño un ojo con diversión.

Le sonreí con gratitud y tomé uno de los cafés. El aroma fuerte y reconfortante me ayudó a centrarme un poco. Tomé un sorbo, sintiendo el calor extendiéndose por mi cuerpo.

—Gracias, Mason. Realmente lo necesitaba. —dije, tratando de sonreír.

Mi representante se sentó a mi lado, tomando un cannoli y observándome con atención.

—Sé que esto es difícil, Ivy. Pero vamos a superarlo. Juntos. —dijo con firmeza.

Asentí, agradeciendo su apoyo.

Mason se había esforzado al máximo para estar a mi lado siempre que lo necesite, en los buenos y malos momentos. Sabía que podía contar con él.

—Tenemos que actuar cuanto antes. —dijo, dejando el vaso de cartón sobre la mesa para sacar su laptop. —La filtración ya está por todas partes. Necesitamos un plan de contención.

Teardrops on my guitar | Lando NorrisDonde viven las historias. Descúbrelo ahora