-words that hurt.

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La luz del backstage se sentía tenue y envolvente, una bruma cálida de tonos rojos y azules que aún colgaba en el aire después de la última canción

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La luz del backstage se sentía tenue y envolvente, una bruma cálida de tonos rojos y azules que aún colgaba en el aire después de la última canción.

Mi corazón latía fuerte, pero ahora no era por la música, sino por él.

Lando estaba frente a mí, a solo unos centímetros, sonriendo con complicidad, una complicidad que empezaba a dejarme sin aliento. Era como si el mundo, por un breve instante, se hubiera reducido a nosotros dos, y esa chispa, esa conexión, se sintiera más intensa que nunca.

Aún podía sentir el calor de sus manos en mi cintura, el peso de su mirada fija, como si intentara leer más allá de mis palabras. Justo en ese instante, él volvió a dar un paso hacia adelante, acortando la distancia. Nuestros rostros quedaron peligrosamente cerca una vez más, y sentí su respiración en mi piel. Mis propios pensamientos se apagaron en una nube de deseo, y dejé de pensar en lo que nos rodeaba. Cerré los ojos, me acerqué un poco más, hasta que finalmente…

—¿Ivy?

La voz de Mason rompió la burbuja, como un golpe directo a mi pecho.

Abrí los ojos, de repente, consciente de dónde estábamos y de quién nos rodeaba.

Lando retrocedió un paso, soltando mis manos, mientras ambos giramos la cabeza hacia donde Mason estaba parado, a unos metros de nosotros. Su expresión era neutra, profesional, pero pude ver en sus ojos que había visto lo suficiente.

—Oh, Mason… —murmuró, tratando de recuperar mi compostura, aunque la sensación de haber sido sorprendida me quemaba en la piel.

—Necesito hablar contigo, será rápido. —dijo con suavidad, pero había algo en su tono que no dejaba espacio para protestas.

Miré a Lando por un segundo, buscando en su mirada alguna señal de lo que él pensaba, pero él solo me miró, como si entendiera que era mejor dejarme ir.

—Nos vemos más tarde. —dijo, su voz ligera y despreocupada, como si no hubiera visto el cambio arrepentido en mi expresión. Me dio una última mirada y se apartó, dejándonos a Mason y a mí en un silencio algo tenso.

Seguí al hombre mientras caminaba hacia un rincón apartado, donde el ruido de los asistentes se desvanecía lo suficiente como para que pudiéramos hablar. A medida que avanzaba, sentía una mezcla de frustración e incomodidad, como si cada paso que daba me alejara de ese momento de libertad, de ese instante de euforia compartida con Lando.

Finalmente, Mason se detuvo y se volvió hacia mí, cruzando los brazos.

Su mirada era intensa, seria, y pude notar que no se trataba sólo de una charla casual. Esto era importante.

—¿Qué pasó? —pregunté, aunque algo en mi voz sonó más un desafío que una curiosidad.

La adrenalina seguía corriendo en mis venas, y el hecho de que él hubiera interrumpido el momento me hacía sentir a la defensiva.

Teardrops on my guitar | Lando NorrisDonde viven las historias. Descúbrelo ahora