-midnight silence.

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Pov- Lando Norris

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Pov- Lando Norris.

La puerta se cerró suavemente tras de mí mientras entraba en la habitación con pasos silenciosos. Había sido un día interminable en el paddock, lleno de entrevistas y reuniones técnicas.

Mi mente seguía dando vueltas, intentando desconectarse del bullicio del día.

Había momentos en que amaba cada segundo de mi vida en el paddock: la adrenalina de estar al volante, el rugido del motor, y esa sensación indescriptible de velocidad que hacía que todo valiera la pena. Pero, últimamente, había empezado a sentir el peso de lo que venía junto con ello.

Las entrevistas eran interminables. Cada pregunta parecía estar diseñada para arrancar un titular, para crear rumores que luego se extendían como fuego. Había días en los que me sentía más una figura pública que un piloto. Los comentarios sobre mi reputación fuera de la pista, sobre si eso afectaba a mi rendimiento, las comparaciones constantes con otros pilotos... todo se acumulaba, haciéndome cuestionar cómo me veían realmente.

No era que odiara las entrevistas; era parte del trabajo. Pero el constante escrutinio, la presión para ser perfecto en todo momento, empezaba a consumir más de lo que estaba dispuesto a dar.

Con un gran suspiro, deje mis cosas en la entrada y mire como la suave luz de la lámpara bañaba la habitación en tonos cálidos.

Allí, en el sofá, pude distinguir como Nirvana dormía profundamente, con un cuaderno en la mano y una lapicera a punto de caer. Su posición parecía incómoda, pero su expresión era tranquila, como si hubiera encontrado un momento de paz en medio del caos.

Por un momento, mientras observaba como se había quedado dormida allí, pensé en cómo ella también debía enfrentar su propio tipo de presiones. Me pregunté cómo manejaba todo eso.

Al acercarme, me di cuenta de lo exhausta que debía estar. Me incliné, observando cómo su respiración era lenta y constante.

Una sensación de ternura inesperada me inundó, y sonreí sin darme cuenta.

Con mucho cuidado, retiré el cuaderno de sus manos y lo cerré sin animarme a darle un vistazo, y asegurándome de no despertarla. Lo coloqué en la mesa cercana y volví mi atención hacia ella. No podía dejarla dormir así, en esa posición incómoda.

La rodeé con mis brazos, levantándola con suavidad. Sentí su peso contra mi pecho, y por un momento, su calidez me sorprendió. Su cabeza descansó en mi hombro, como si fuera un movimiento normal, y su cabello rozó mi mejilla, dejándome con una sensación extrañamente agradable.

Caminé con cuidado hacia la cama, asegurándome de no tropezar ni hacer ruido.

La acomodé en la cama, ajustando la manta para que estuviera cómoda. Me detuve un instante, mirándola.

Su rostro, relajado en el sueño, parecía diferente al de nuestras discusiones. Más suave, más vulnerable. Me di cuenta de lo mucho que había cambiado desde que la conocí. En ese momento, todas nuestras discusiones y malentendidos parecían lejanos, casi irrelevantes.

Teardrops on my guitar | Lando NorrisDonde viven las historias. Descúbrelo ahora