15 de agosto de 1741
Los ojos miel del enigmático hombre se centran en los de Catherine. Ambos parecen tener un duelo de miradas, ninguno parpadea. El comodoro camina alrededor de ella, y la chica lo sigue, desafiante.
—¿Nuevo comodoro? —pregunta en tono de burla—. ¡Ja! Es obvio que no tienes idea de con quien estás tratando.
—Por supuesto que sí, esto lo planeé especialmente para ti.
Catherine enarca una ceja, no tiene idea de a qué se está refiriendo este hombre, sin embargo, no puede quitarle los ojos de encima. Lleva unos pantalones color negro, una camisa blanca muy pulcra, demasiado para estar en alta mar; encima lleva un gabán azul marino, se nota que la tela es muy fina, en las solapas lo decoran una hilera de botones dorados. El hombre también lleva un sombrero de triangulo y la característica peluca blanca que suelen llevar todos los soldados como él. La pelirroja quiere reírse al verlo con esa ridícula peluca.
—Entonces sabes que esto no resultará —replica muy segura. De reojo ve a su barco dar la vuelta y apuntar directamente al navío del rey. Sus hombres saben que, si ella es capturada, les dio la orden de atacar el barco con todo, sin importar el desenlace.
—Hasta ahora te has salido con la tuya, pero ya no más. Catherine Riley, en nombre de la corona y el rey Julius III, te sentencio a la horca por tus crímenes de piratería.
Catherine y Arden sueltan una gran carcajada. Los oficiales que se encuentran en cubierta presencian la escena desconcertados. El comodoro no tiene tiempo de discutir, porque enseguida se escucha el sonido de los cañones reventando. La primera bala impacta el barco del rey y los oficiales se tambalean, algunos pierden el equilibro, incluyendo al comodoro. Las esquirlas de madera comienzan a volar por todos lados y el ambiente se vuelve a llenar del humo que emanan los cañones.
—¡Disparen los cañones también! —grita el comodoro.
Arden mira a Catherine y ambos asienten. Con suma agilidad ella saca el cuchillo que lleva en el tahalí; porque los ineptos hombres que la capturaron, no la habían desarmado todavía. Se apresura a cortar la soga que la ata al mástil; mientras tanto, los cañones siguen resonando de ambos lados, algunas balas caen al mar, y otras dan en el barco. Los gritos de los hombres son ensordecedores. La capitana corta la soga con más ahínco, pero con las manos atadas en la espalda la tarea se le hace increíblemente titánica. Arden intenta hacer lo mismo; nadie les pone atención porque están intentando defenderse del ataque del fantasma del pacífico.
El comodoro vuelve y la amenaza con la espada, no se ha dado cuenta de que ella está intentando liberarse.
—Vas a morir aquí y ahora —amenaza.
—Yo no le temo a la muerte —responde. En ese preciso instante, Catherine logra liberarse de las sogas. El movimiento agarra por sorpresa al comodoro, quien vuelve a tambalearse por otro impacto de la bala de cañón. Esta ha dado en el mástil principal del barco. La madera cruje y cede ante la presión del golpe, las cuerdas comienzan a caer sobre la cubierta y las velas se desarman. La mitad superior del mástil está a punto de caerles encima.
Catherine da un brinco hacia atrás, empujando a Arden en el proceso. Todavía tiene atadas las manos, y el cuchillo se le resbala. Ella y Arden caen de bruces contra el suelo húmedo, al que ya le está empezando a entrar agua desde abajo.
—¡Catherine, cuidado! —grita Arden, dándole aviso de que uno de los barriles que se encuentra en cubierta está a punto de aplastarla. La chica se gira y logra esquivarlo. Busca el cuchillo que se le ha caído y logra divisarlo. Se lanza con todo su cuerpo para alcanzarlo, se desliza sobre la madera de espaldas y agarra el cuchillo. Tiene que frenar con sus pies contra el lateral del barco para no golpearse por completo.
ESTÁS LEYENDO
Deseo Profundo
FantasyCatherine Riley es la mujer pirata más fiera de los mares del norte. Le ha costado ganarse el título de reina del mar, pero lo ha logrado con creces, y es que para ella el problema nunca ha sido ser la más temeraria entre piratas. Pero en cuestiones...