25 de diciembre de 1741
El corazón de Catherine late tan desesperado que es lo único que puede escuchar en sus oídos. Lleva una mano a su pecho tratando de regular su respiración agitada, sabe que la pueden escuchar en cualquier momento. Escucha los pasos justo por encima de ella. Por instinto recoge más los pies y se pone en posición fetal, apretándose contra el hueco donde está metida. La tierra suelta que se desprende de la colina cae como una lluviecita a sus pies, ensuciándole la cara y el cabello, pero eso es lo que menos le importa en este momento.
—¿A dónde se fue?
—No lo sé, la vi correr hacia acá.
—No puede estar lejos, ¡encuéntrenla! —ordena el hombre al que ya le reconoció la voz como Björn.
No se le ocurre una buena idea para conseguir salir de allí. Aprovecha para quitarse el molesto vestido y espera unos largos veinte minutos hasta que no escucha voces ni pasos sobre su cabeza. Da un vistazo a todos lados en busca de algún pirata que esté por allí; como no alcanza a ver a nadie; sale corriendo de nuevo, apretando con fuerza el libro contra su pecho. Si llegasen a atraparla con eso, podría dar todo por perdido.
La carrera hasta el bote ahora es mucho más compleja. No conoce la zona, así que no sabe cómo hará para eludir el pueblo, si la última vez tuvo que pasar por allí.
De pronto, ve a lo lejos a un pirata con arma en mano, probablemente buscándola a ella. Se apresura a esconderse tras un árbol de tronco grueso y trata de mantenerse muy quieta.
Da un vistazo rápido por un lado para asegurarse de que el sujeto no la ha visto, todavía ronda cerca, pero por suerte no va hacia su dirección. En eso, escucha otro sonido que llama su atención de frente. Un gran arbusto se sacude un poco y no puede evitar sentir pánico.
¿Será acaso otro pirata? O tal vez un animal.
Intenta agudizar la vista para asegurarse, no obstante, ya tiene una mano en la empuñadura de su espada en caso de ser necesario usarla.
Un par de ojos la miran; ella ya está lista para sacar su espada, cuando Cooke sale de su escondite con las manos en alto y le hace una seña para que no lo haga.
Catherine da un suspiro y vuelve a acomodarse tras el árbol. Esperan otro poco hasta que el pirata se va.
—Mi capitana, estamos en graves problemas.
—Lo sé, Cooke —susurra—, creí que habrías huido al barco.
—Lo intenté, pero empezaron a aparecer más de ellos en el bosque y tuve que ocultarme. —Dirige su mirada al libro apretado contra su cuerpo—. ¿Lo encontró?
—Sí —responde con una sonrisa—, pero Arden y Heinrik...
—No los dejará ¿o sí?
—Por supuesto que no.
—¿Qué haremos? Es cuestión de tiempo para que lleguen al barco.
Catherine suspira sin saber qué hacer. Todo se le complicó y no es más que su propia culpa por no haber pensado las cosas antes de hacerlas. Seguramente no volverá a cometer ese error cuando vaya por el tomo que falta.
Mira el libro y, a pesar de que le cuesta hacerlo; se separa de él y se lo entrega a Cooke.
—¿Qué está haciendo? —cuestiona el pirata sin comprender.
—Ellos no te han visto. Tienes una oportunidad para escapar. Lleva el libro al barco.
—¿Usted qué hará? —Cooke toma el libro y acaricia el lomo, lo observa y luego la mira a ella.
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Deseo Profundo
FantasyCatherine Riley es la mujer pirata más fiera de los mares del norte. Le ha costado ganarse el título de reina del mar, pero lo ha logrado con creces, y es que para ella el problema nunca ha sido ser la más temeraria entre piratas. Pero en cuestiones...