04 de marzo de 1741 (seis meses antes)
Los segundos parecen eternas horas. Arden continúa sobre el cuerpo de la chica. Se miran directo a los ojos, pero en sus miradas no hay reto, no hay odio o desprecio, en cambio, una creciente tensión empieza a formarse entre los dos. Tener a ese pirata encima de ella de esa forma, solo le hace recordar a la apasionante noche anterior, donde lo tenía entre sus piernas y la hacía gemir de placer. Su miembro grueso roza la entrepierna de Catherine; carraspea incómoda ante la situación, ladea la cabeza porque no quiere imaginarse de nuevo así con él, no lo merece, aunque la haya salvado de un destino mortal.
—Quítate de encima —demanda.
—¿Prometes que no me matarás? —pregunta él con un tono pícaro que a ella le irrita. Gira los ojos y asiente levemente—. Quiero escucharlo en voz alta —exige.
—Ok, muy bien. No te mataré.
—Ni ahora, ni después —remarca. Ella suelta una risa y asiente otra vez.
—Ni ahora, ni después —repite.
Arden se levanta y le extiende una mano para ayudarla a ponerse de pie. Catherine lo sujeta del brazo y se yergue, sacude su ropa de la tierra y hojas secas que se le han pegado al cuerpo. Se ha formado un silencio incómodo entre los dos, y ahora no sabe qué decirle. Ha prometido no matarlo, así que decide volver de nuevo a su barco, antes de que todo eso sea una trampa y salgan más hombres a intentar llevárselo de nuevo.
—¿A dónde vas? —cuestiona el pirata.
—De vuelta a mi barco.
—¿No quieres saber por qué me lo he llevado? —La chica se detiene en seco. Pensó que le había dicho eso la primera vez para distraerla y evitar su muerte.
—Porque eres un vulgar ladrón, que ni siquiera tiene honor entre su misma gente —asegura sin voltear a verlo.
—Soy un pirata, no un vulgar ladrón.
—Un pirata no le roba a otro pirata, mucho menos su barco —refuta ella, ahora sí, se gira para encararlo.
—Si no tuviese honor, no te habría salvado. —Catherine regresa en sus pasos y se pone frente a él. El pirata es más alto que ella por una cabeza y media, así que tiene que levantar un poco la mirada para poder verlo, pero eso, lejos de hacerla sentir intimidada, le infunde más valor.
—¿Crees que merezco un trato especial por ser mujer?
—Por supuesto —responde con un bufido.
Catherine ha tenido que vivir toda su vida con el cuestionamiento de sus habilidades por ser mujer. Ella sabe que está en una desventaja física con respecto a sus congéneres masculinos, pero odia sobremanera que la traten como si fuese un ser inferior. Se acerca con una mirada seductora. Arden se queda quieto en donde está porque no sabe qué hacer, entonces ella se posiciona bien frente a él y con toda la fuerza que le da su brazo, le propina una cachetada con la palma recta y los dedos cerrados, que le voltea la cara de lado a Arden. El hombre instintivamente se lleva la mano a la mejilla y se acaricia el cachete enrojecido. La mujer le ha dejado los dedos pintados y la piel le arde.
—Pero ¡¿qué te pasa?! —brama con furia.
—Si crees que necesito de tu lástima estás muy equivocado. —Vuelve a darse la vuelta y se empieza a alejar de él. Duda mucho de que haya algún motivo misterioso oculto para haberse robado el barco, simplemente lo hizo porque pudo y quiso, pero esa oportunidad no la tendría nunca más.
—¡Te hubiera dejado caer! ¡Tonta niña que juega a ser pirata! —grita.
Catherine sigue caminando y le enseña los dedos medios de sus manos levantándolos en alto y sin mirar atrás.
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Deseo Profundo
FantasyCatherine Riley es la mujer pirata más fiera de los mares del norte. Le ha costado ganarse el título de reina del mar, pero lo ha logrado con creces, y es que para ella el problema nunca ha sido ser la más temeraria entre piratas. Pero en cuestiones...