CAPÍTULO 106: LA CACERÍA

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18 de mayo de 1742

De las profundidades del abismo emerge el guardián. Ha recibido muchos nombres, y a la vez ninguno. Todos los marineros de alta mar han contado historias sobre él, pero la gente de tierra firme que nunca ha cruzado hacia los otros reinos continentales desacredita las historias, asegurando que solo se trata de delirios de hombres cansados por el azote del sol y las inclemencias del océano.

No obstante, no se puede negar lo que es evidente a la vista. Lo primero que sale del agua son un trío de tentáculos, el doble o hasta el triple de gruesos que un mástil central. Catherine y los demás miran horrorizados como la altura de esa bestia viscosa se sigue elevando, seis, siete, ocho metros por encima de sus cabezas.

—¡No se queden ahí parados! ¡Alisten los cañones, las armas y por amor de Dios, no se caigan al agua! —ordena Catherine entre gritos.

—Capitana, ¿qué hacemos nosotros? —pregunta Lin Shi con el terror reflejado en el rostro. Traga en seco y trata de mantener la calma, a pesar de que su expresión no indica eso.

—¡Vuelvan a sus barcos, no solo tenemos a esta bestia para enfrentar!

El barco del comodoro Koch está muy cerca ya de ellos. Emergen más tentáculos del monstruo y son tan grandes, que alcanzan a llegar también a los barcos del enemigo.

Ragnar, Portgas y Lin se cruzan de inmediato y dan las órdenes a sus piratas para alistar los cañones. La criatura parece estar aguardando, como si estuviera evaluando a quién debería atacar primero. Debe ser la primera vez que tantos barcos se reúnen en su abismo. Sin embargo, la espera no demora demasiado, pues se escucha un sonido que retumba en los oídos de todos.

La capitana se cubre las orejas sin éxito, el llamado del animal es tan fuerte que es capaz de escucharse, aunque esté sumergida. El agua vibra y se empiezan a crear olas que mecen violentamente las naves sin distinción.

—¡Fuego! —grita Catherine. Seguidamente, Los otros líderes piratas ordenan lo mismo. Los disparos comienzan a empujar los cañones hacia atrás. Las balas impactan en el agua, otras; de forma deliberada; caen en los barcos de Koch, y alguna que otra llega a rozar los tentáculos.

El monstruo emite un chillido y comienza a atacar los barcos de la superficie. Sus grandes tentáculos, que llegan a ser diez, salen disparados del agua y buscan agarrarse del primero que puede.

—¡Viren a estribor! —grita Andrew.

En el timón, Cooke toma firme el timón y gira violentamente el barco para evadir el golpe de gracia de la bestia.

Los marinos caen por la cubierta y se resbalan. Catherine se tiene que agarrar fuerte de la baranda del castillo de popa para no caer al agua. El resto de los barcos pirata se apresuran a abrir la formación para rodear al monstruo y poder dispararle.

Del otro lado, Theodore Koch también manda a disparar sus cañones. No da crédito a lo que mira, nunca creyó en leyendas de kraken o abismos, sin embargo, no tiene tiempo ahora para cuestionarse nada. Manda a atacar con furia al animal que ya agarró a uno de sus navíos.

—¡Ataquen al monstruo, yo me encargo de los piratas! —dice a sus hombres.

Un oficial toca la campana para transmitir esa nueva orden a la flota de veinte barcos tras él.

—Pero ¡qué dice! ¿No está viendo esa cosa? Nos hundirá —le refuta Isaac.

—Si tienes miedo, corre a esconderte en las galeras, pero ten por seguro que te arrojaré a la boca de esa cosa, ¡no quiero cobardes en mi barco! —espeta.

Deseo ProfundoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora