08 de abril de 1742
Doce días es lo que llevan los piratas del fantasma del pacífico navegando sin un rumbo establecido. Son pocos los lugares a los que pueden ir, ahora que las aguas del norte están controladas por la marina real. Las islas piratas ya no son protección para ninguno de ellos, y solo es cuestión de tiempo para que los encuentren. No duda que el comodoro Koch ya haya desplegado toda una armada para encontrarla.
Si eso volvía a suceder, Andrew estaría en serios problemas al encontrarse con ellos. Es por ese motivo que han sido muy cautelosos, tomando rumbos diversos y cambiando la dirección cuando sienten que se acercan demasiado a alguna costa o isla.
Sin embargo, la jugada no puede durarles eternamente. Necesitan reabastecerse. La comida y el agua empiezan a escasear, y cuando eso pasa, todos se ponen de mal humor.
Catherine ha sobrellevado como puede la perdida de sus seres queridos. Se ha distanciado aún más de Andrew y de Arden, pero ya no es tan incómodo cuando se topan los tres en la cubierta. Simplemente las miradas de anhelo lo dicen todo.
Ninguno de los tres desea continuar con ese sufrimiento, pero tampoco se atreven a dar un paso adelante para cambiar la situación. La capitana sigue pensando que es lo mejor para no lastimar más el corazón de los dos. Andrew siente que ella es la mujer con la que quiere estar sin importar nada; y Arden quiere que ella lo escoja a él a pesar de todo.
Por otro lado, Cassia ha tenido una tétrica estancia en la celda del navío. Catherine decidió mantenerla solo con lo mínimo para quebrar su espíritu. La mujer le sigue asegurando que no tiene idea de cuáles son los planes de Roger, pero la pelirroja se niega a creer una sola palabra. Está convencida de que lo sabe, y de que ella no está de su lado como jura.
—¿No crees que estás siendo muy dura con ella? —Andrew se acerca a su lado mientras ella conduce el timón del barco.
Mueve el timón y hace virar el barco a estribor, sin contestar la pregunta del comodoro.
—¿Qué es eso que se ve allá? —Saca el telescopio y apunta en dirección a lo que ve a lo lejos. Andrew intenta mirar, pero solo con sus ojos no llega a ver—. Parece que es una isla.
—Catherine —dice en tono de regaño. La pelirroja hace un gesto de fastidio y cierra el telescopio para mirarlo.
—No te tomes atribuciones que no te corresponden, si tanto te preocupa esa mujer, puedes hacerle compañía allá abajo.
—Si no te conociera, juraría que estás celosa —bromea.
Ella le da una mirada de pocos amigos y gira los ojos.
—¡Qué tonterías dices!
—Capitana. —Harlan viene bajando de la torre de vigía—. Hay una isla no muy lejos de aquí.
—Lo sé Harlan.
Catherine tiene la sensación de que sus buenos marinos están siendo asesinados. No es que Harlan sea un inútil, pero no había nadie como Sutton para hacer de vigía.
—¡Capitana! —llama Selwyn, que viene corriendo desde la proa con otro pequeño telescopio en las manos.
—¿Qué sucede?
—Veo velas a lo lejos, en esa isla hay piratas.
Esa nueva información la hace cambiar su semblante de fastidio. En ese momento, le hace mucha falta Berry. Él sabría con exactitud qué isla es.
—Harlan, sube aquí —ordena. Le deja el timón a cargo—. No cambies el rumbo hasta que te lo diga.
—¡Sí mi capitana!
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Deseo Profundo
FantasyCatherine Riley es la mujer pirata más fiera de los mares del norte. Le ha costado ganarse el título de reina del mar, pero lo ha logrado con creces, y es que para ella el problema nunca ha sido ser la más temeraria entre piratas. Pero en cuestiones...