01 de diciembre de 1741
La capitana se despierta en medio del ensordecedor sonido de los cañones. Su cabeza es un caos, no recuerda absolutamente nada de lo que pasó desde que se internó en la selva del islote. Su vista está un poco borrosa y los ojos le duelen.
Logra escuchar los gritos de Arden y Cooke mientras siguen disparando de forma incesante los cañones.
«¿Estamos bajo ataque?», Se pregunta en la mente.
—Cath, quédate allí —ordena Arden sujetándola por la espalda.
—¿Qué demonios pasó? —pregunta con la voz rasposa y débil. Se toca la garganta confundida, ¿por qué suena como si hubiese cantado durante dos semanas sin parar?
—El islote es una trampa.
Esas palabras le hacen abrir los ojos de golpe. De repente todos los recuerdos le vuelven a la mente de una sola vez. Se pone de pie de un salto y mira por babor como los cañones caen uno tras otro contra el islote, haciendo volar pedazos de arena y plantas por todos lados.
—¿Una trampa? ¿por qué estás atacando al islote?
Mira hacia todos lados, Andrew no se encuentra allí. Arden se da cuenta de que lo está buscando y se apresura a contestar la pregunta implícita en sus acciones.
—No está aquí, está en el islote.
—¿Qué? No entiendo nada Arden, ¿por qué está en el islote si es una trampa?
—Decidió quedarse para ayudar a la tripulación.
—¡Ahí vienen! —grita Cooke mirando a través del telescopio.
Catherine le quita la mirilla y enfoca hacia el horizonte verde del islote. Varios de sus hombres vienen corriendo como alma que lleva el diablo, huyendo de algo que ella no puede ver. Con rapidez busca al comodoro entre ellos, pero no está ahí.
Lo busca en la playa y se da cuenta de que está mucho más cerca del mar que los demás.
—¡Vamos por ellos! —ordena Catherine.
—No. Ahí tienen el bote, deben llegar solos. —Arden le sujeta el brazo y la detiene de saltar hacia el agua. Ella lo mira con los ojos dilatados y sin entender nada de lo que pasa.
Odia no poder recordar lo que sucedió en ese lugar, o por qué perdió el conocimiento, ni cómo llegó de vuelta al barco sin Andrew.
Su corazón late acelerado mientras lo único que puede hacer es mirar con impotencia desde ahí.
—Esto es absurdo, ¿por qué no podemos ir por ellos?
—Ya están viniendo mi capitana, no se preocupe —consuela Berry.
En efecto, los piratas abordan el bote que queda y reman a toda velocidad. No demoran demasiado en llegar hasta el fantasma del pacífico.
Uno a uno, suben con los mismos síntomas de desorientación que tenía ella. Andrew es el último en abordar el barco.
—¿En qué rayos estabas pensando? —reprende la capitana al comodoro.
—¿Qué?
—Te necesitamos para conseguir el tesoro, no puedes ponerte a jugar al héroe, la próxima vez, por favor regresa al barco, no me importa a quién tenga que sacrificar.
Todos los presentes se sorprenden por las palabras de la capitana, pero nadie pone en duda que su preocupación se debe únicamente a la importancia de su sangre para la misión. Nadie, excepto Arden, que cree ver algo más entre esas palabras.
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Deseo Profundo
FantasyCatherine Riley es la mujer pirata más fiera de los mares del norte. Le ha costado ganarse el título de reina del mar, pero lo ha logrado con creces, y es que para ella el problema nunca ha sido ser la más temeraria entre piratas. Pero en cuestiones...