CAPÍTULO 57: DESAPERCIBIDOS

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25 de diciembre de 1741

El pueblo de los piratas del sur es por lejos el menos pintoresco o cálido que alguien haya visto jamás. Los marinos del sur van cubiertos de gruesas pieles que los protegen del frío invernal que hace en la zona. La mayoría están ocupados en sus propios asuntos, andando de aquí para allá con normalidad.

Cualquiera podría creer que no es un pueblo pirata, de no ser por las grandes armas que portan los hombres robustos y de largas cabelleras. Casi todos son rubios y pálidos debido a la falta de sol en su piel.

Es evidente que Catherine y sus piratas desentonarán demasiado entre ellos, pero no les queda más que continuar con el plan.

Nadie les presta atención, la ropa parece dar resultado, sin embargo, su comportamiento extraño de no saber a dónde ir, puede ser el desencadenante para despertar el interés de esta gente tan curiosa.

Las casas de este lado del mundo son de madera y están esparcidas sin ningún orden en específico. Algunos viven en carpas de piel de algún animal de la zona que les proporciona calor. Y lo que más hay en los alrededores son fogatas pequeñas de personas que cocinan a la intemperie.

—¿A dónde se supone que vamos ahora? —pregunta Arden en voz baja.

—Dispérsense, así juntos llamamos demasiado la atención. Traten de averiguar información sobre los señores piratas de este lugar. Uno de ellos debe tener el libro.

Los piratas asienten y se separan en medio de la pequeña plazoleta a la que han llegado. Catherine se pasea por los puestos del mercado mientras observa la variedad de frutas peculiares que tienen allí. Nunca había visto alimentos así. Es la primera vez que visita el sur y aunque sea para una misión especial; le emociona como si fuese una niña pequeña. Siempre quiso conocer las otras islas piratas.

—¿Le interesa algo? —Un hombre robusto y de gran barba amarilla como el sol la mira con los ojos entrecerrados. Le parece extraña pues nunca la había visto. Tiene en su puesto una especie de fruta en forma de corazón color verde con un patrón que da la sensación de ser escamas.

—Ah... una de estas. —Catherine toma la fruta extraña para no levantar sospechas.

—Cuesta un doblón de plata.

—¿De plata?

—Es una fruta especial, por eso es tan cara. Deberías saberlo.

La capitana rebusca entre sus bolsillos y saca el dinero. Al menos se dará la oportunidad de probar algo de ahí antes de que la descubran y la atrapen.

—Por supuesto. —Le regala su mejor sonrisa en busca de conquistarlo. El hombre suaviza la mala cara y casi forma una sonrisa en su rostro. Ella se da cuenta de que puede usar sus encantos para sacarle información, así que le hace una leve venia al hombre para inclinarse y mostrar un poco de la piel que sobresale de su pecho.

Le da una mordida a la fruta sin saber cómo se come. Enseguida siente la piel amarga, pero el interior de la fruta es muy dulce y jugoso. La pulpa del fruto es blanca y tiene un aroma penetrante. Carnosa y suave; se deshace en su boca al degustarla con la lengua.

—Mmm, está deliciosa —le dice.

—Es el mejor huevo de dragón que podrá conseguir en todo el sur —se ufana el hombre lleno de orgullo.

—Huevo de dragón —repite el nombre observándola con más atención. Sí parece un huevo de dragón, el patrón que parece escamas da esa sensación.

—¿Es usted nueva por aquí? Nunca la había visto —cuestiona el hombre.

Catherine intenta pensar rápidamente en una mentira. Mira hacia el puerto del lugar. Los barcos están demasiado lejos como para alcanzar a mirar sus nombres.

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