CAPÍTULO 46: UN INGREDIENTE EXTRA

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03 de noviembre de 1741

Hay muy pocas cosas en la vida a las que Arden Tydes le tiene miedo. Por supuesto, él no diría que ese es el sentimiento que le produce Xuan Xinyue. Desde la primera vez que la vio para conseguir la ubicación de Birronto, se había visto envuelto en demasiadas cosas sobrenaturales para su gusto.

A diferencia de Catherine, él sí que se considera un verdadero creyente de la magia, y es que la ha presenciado toda su vida. Desde que era un pequeño niño en la isla de Fevedra, al este de los mares; Arden había conocido todo tipo de artefactos, mitos y criaturas mágicas. Todo esto gracias a su padre, que además de ser un pirata, también se había dedicado fervientemente a la búsqueda de los tesoros míticos más grandes del mundo. Por eso, le tiene un gran respeto a la vieja bruja de ojos rasgados y poderes misteriosos.

Le intriga el hecho de que ella esté confinada en esa extraña tienda, es cuanto menos raro que no haya buscado salir por sí misma a conseguir el famoso tesoro. Así que piensa usar esa carta a su favor para amenazarla, de ser necesario; si no logra sacarle el antídoto para Berry.

Tiene la mano en la perilla y está por abrir la puerta cuando se gira para mirar el largo pasillo que se extiende de alguna forma inexplicable; piensa en Catherine, y lo que podría pasarle estando sola allá afuera.

—Debo confiar en ella —susurra para sí mismo. Suspira y empuja la gran puerta de madera.

El lugar es diferente al de la última vez. Ya no está esa especie de bosque encerrado en una cúpula, ahora es una pequeña habitación cerrada, grandes cortinas rojas caen desde el techo y cubren casi toda la pared, a excepción de un espacio pequeño entre ellas que solo deja ver oscuridad. El resto de las paredes están llenas de cuadros con retratos extraños y paisajes que él nunca ha visto, y da la sensación de que se mueven.

Su corazón se acelera y por algún motivo, siente miedo. No hay rastro de la bruja por ninguna parte. Arden mira hacia el único espacio por donde ella podría aparecer. La abertura que solo deja ver negro y nada más.

De pronto, unas manos huesudas y pálidas emergen de la oscuridad, las largas uñas negras de la bruja le provocan un escalofrío que le recorre todo el cuerpo. La cara de la mujer aparece al final. Lleva un vestido negro como siempre, y sus ojos parecen haber cambiado de color, ahora son tan amarillos como el sol. Mueve su cabeza en forma zigzagueante como una serpiente tratando de hipnotizar a su presa.

El pirata se echa hacia atrás por instinto, pero la mujer sale y parece abarcar todo el espacio de alguna forma abrumadora, que Arden no puede soportar.

—Volviste rápido —sisea la mujer.

—No estoy aquí para entregarle el tesoro que tanto pide —aclara el pirata, aparta la mirada porque no quiere verla a los ojos.

—Lo sé —dice acercándose a él. Le acaricia el brazo donde lleva el tatuaje de la serpiente, y esta se empieza a mover produciéndole un ardor tolerable.

—¿Sabe a qué he venido entonces?

—Lo intuyo. —Se aleja de vuelta a donde están las cortinas, y lo mira desde allí, esperando a que hable.

—¿Sabía sobre el polvillo dorado que sale de ese medallón que era del rey?

—Por supuesto.

—¿Por qué no nos lo advirtió? —cuestiona con el ceño fruncido.

—¿Si se los hubiera dicho, lo habrían buscado de todas formas? —refuta con una sonrisa. Arden se queda en silencio y no le contesta, pero la mira a los ojos con las fosas nasales muy abiertas. Está enojado por las trampas ridículas de la vieja bruja.

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