07 de noviembre de 1741
Andrew está seguro de que no ha sido solo él quien ha sentido esa conexión con ella. Sus intensos ojos verdes lo hacen pensar en mil cosas impuras que no deberían ni mencionarse, de alguna forma inexplicable, se siente demasiado atraído hacia ella, pero no puede permitirse tener esos sentimientos, así que agradece cuando Catherine aparta la cara y cambia el tema.
—Entonces, ¿cuándo lo haremos? —pregunta.
—Esta misma noche —dice con suma seguridad.
El plan es sencillo, pero a la vez, bastante complicado, y si algo sale mal, podrían incluso morir en el intento. Se supone que cuando Catherine haga explotar el centro de armería, ellos aprovecharán la confusión para escapar. Mientras esperan la hora adecuada, ella saca varios lotes de dinamita para poner en los barcos, y así evitar que escapen por mar, o los puedan seguir.
Ahora que sabe que el pirata amigo de la pelirroja sigue vivo y está en la isla, es un comodín más que pueden usar, el problema es hacerle llegar los lotes a él.
—Heinrik está esperando mi señal para irnos, necesito avisarle que debe estar listo.
—¿Cómo está tan segura de que no se fue? ¿o de que no lo han atrapado ya? —cuestiona el comodoro. Le incomoda el pirata que se hace llamar Heinrik, aunque desconoce los motivos.
—Heinrik nunca me abandonaría.
—Ah —contesta con sarcasmo.
—Tampoco lo han atrapado, de haberlo hecho, estaría aquí —responde, ignorando al comodoro.
—Podría estar muerto.
—No lo está. Debo encontrar la salida de este lugar, enviarle el mensaje para encontrarnos.
Andrew tiene una punzada de desconfianza, ¿y si de pronto ella lo abandona ahí?
—Es imposible que logre salir sola de aquí —refuta.
—No es imposible, no se preocupe, si cree que lo dejaré aquí, no sucederá. —Catherine se vuelve a meter en el agujero por prevención, pero antes, le da las llaves de la celda a los dos oficiales del comodoro, y le dice que hará explotar todo en el momento indicado a media noche, cuando todos estén durmiendo. No sabe por qué, pero de alguna forma, su corazón le dicta que confíe en ella.
La espera se le hace eterna. La noche cae y la celda se oscurece, esta vez, la luz de luna ilumina el cielo, que está despejado y claro. Está nervioso y sus hombres no se quedan atrás. Después de todo, si la pirata lo deja abandonado, será por completo su culpa, por haber confiado en ella.
Escucha a los guardias ir de un lado a otro buscándola, le preocupa que la hayan capturado de vuelta y llevado con el lord, es algo que podría pasar, y él no lo sabría hasta que sea demasiado tarde.
Camina de un lado a otro en la celda, preocupado por todos los escenarios catastróficos posibles.
—Comodoro, ¿está seguro de que debimos confiar en esa pirata? —le cuestiona Isaac.
—No teníamos otra opción —asegura, pero en realidad sí la había. Aunque importante, sí que podía prescindir de ella para el plan. La forma de escape la podría resolver sobre la marcha, lo único que no podría salir bien de ahí es lo de los barcos, pero se daría por bien servido si al menos podía matar a la mayoría de los hombres de la isla.
—Espero que no nos traicione —dice Jacob; por el tono de su voz, intuye que lo dice más para sí mismo que para los demás.
No tiene forma de medir el tiempo allí, hace mucho que oscureció, mas, no tiene idea de cuánto falta para la media noche. De pronto ve una luz iluminar el túnel en el suelo. Se asoma con los latidos de su corazón al máximo. Es ella, está ahí mirándolo desde abajo con una gran sonrisa y el rostro ligeramente sucio de tierra.
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Deseo Profundo
FantasyCatherine Riley es la mujer pirata más fiera de los mares del norte. Le ha costado ganarse el título de reina del mar, pero lo ha logrado con creces, y es que para ella el problema nunca ha sido ser la más temeraria entre piratas. Pero en cuestiones...