𝗣𝗿𝗼𝗹𝗼𝗴𝘂𝗲

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—No mereces ser una integrante de la familia Malfoy, Meissa— exclamó Draco con furia —. ¿Ravenclaw, de verdad? Eres una estúpida.

Y se fue, dándome un empujón en el proceso. Las lágrimas no tardaron en caer por mis mejillas, pasé el dorso de mi mano por esta con bastante fuerza.

Estaba harta de todos los comentarios que Draco y mis padres me dijeron que yo no era lo suficiente para pertenecer a la familia. Todo por ser elegida en la casa de Ravenclaw, y no es que sea una mala casa para una niña perteneciente de una familia donde durante generaciones todos sus integrantes pertenecieron a la casa de las serpientes.

Yo fui la excepción.

Desde el día de la ceremonia de elección de casas, Draco había cambiado su trato conmigo. Antes éramos los mejores hermanos, nunca nos separábamos del otro y todos los días jugábamos. Eramos mejores amigos.

Pero todo cambió. Fui seleccionada a Ravenclaw y mi familia se había decepcionado de mí.

Solté una risa irónica y observé a mi alrededor, cerciorándome que nadie haya visto la escena. Sería lo que menos quisiera.

Comencé una caminata hasta el primer baño que me topara. En el camino, varias personas me veían con algo de pena debido a mi expresión facial, traté de bajar la mirada para que nadie notáse las lágrimas en mis mejillas.

Si en ese momento hubiese tenido más confianza con Lizzie y Avril, rápidamente habría ido con ellas a llorar, pero han pasado pocos días de conocernos.

Caminé para buscar algún lugar privado para llorar sin ninguna vergüenza de por medio. Pegué el oído a la puerta que estaba al final del pasillo del primer piso. No se escuchaba nada y según lo que había escuchado por parte de algunos alumnos mayores que yo, ese baño estaba abandonado y solo lo habitaba una chica fantasma.

Abrí la puerta con sumo cuidado de no ser vista. Analicé todo el lugar y tomé asiento en un cubículo de ahí.

«¿Y ahora qué hago?» fue lo que pensé en ese momento.

En ese momento ya no tenía muchas ganas de llorar, solo me dediqué a mentalizar a todo mi cuerpo a acostumbrarse a este tipo de situaciones. De ahora en adelante, todo esto sería así, mi familia no intentará mejorar la ruptura de nuestra relación.

¿Por qué? Porque los he decepcionado y no soy una persona digna para pertenecer a ellos.

Mis pensamientos fueron interrumpidos por los sollozos del cubículo de al lado.  Fruncí el ceño y abrí mis ojos con asombro. ¿Era la fantasma o qué?

Dudé mucho en si debía abrir la puerta de mi cubículo e ir al de al lado para verificar que no eran alucinaciones mías. Finalmente, me armé de valor y abrí la puerta de mi cubículo; me posicioné frente al otro y alcé mi mano para tocar la puerta.

Después de varias dudas, lo hice, toqué la puerta con mis nudillos. Los sollozos pararon de manera abrupta, pude notar por abajo de la puerta que la persona de adentro subió sus piernas al retrete para no ser vista.

En ese momento me di cuenta que no era un fantasma.

Volví a tocar la puerta con mis nudillos, insistiendo en conocer la identidad de la persona.

—Está ocupado— dijo la voz de una niña.

—Creo que lo noté— respondí con un toque de diversión, pero rápidamente volví a un tono serio al notar que se trataba de alguien llorando dentro de un cubículo —. ¿Estás bien?— pregunté, ahora preocupada.

—No te interesa— contestó.

—Trataba de ser amable— murmuré —. ¿Qué tienes?— pregunté por consecutiva vez.

Wonder─Hermione GrangerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora