Entré rápido a la nave y me escondí entre dos cajas de madera. Ese fue el momento en el que la conciencia tomó posesión de mi cuerpo, quien había actuado unos segundos antes no había sido yo, al menos no mi yo normal, si no un yo oscuro que había nacido a causa del pensamiento de perder a un ser querido para siempre. No quería vivir en Cassiopeia, ni siquiera quería esa vida que tanto prometían a pesar de lo que pudieran pensar. Solo quería a mi hermana de vuelta. Unos pasos se escucharon cerca de mi escondite, varios hombres se acercaron a los cuerpos inconscientes, sin decir palabra, les llevaron a alguna sala dentro de la nave para poder curarles. Otros mientras, metían dentro las últimas cajas que tenían preparadas.
—¿Quién habrá sido el salvaje? —preguntó una mujer.
—Tal vez hayan descubierto algo... nos llevamos su cosecha, no creo que eso les agrade —respondió otra mujer.
—Dejad de cotillear tanto y cerrar la compuerta, ese salvaje ya estará muy lejos de aquí y no queremos más problemas —gritó un hombre desde el otro lado de la sala.
—¿Ya están todos? —preguntó la segunda mujer.
—Los palominos están en el nido —respondió el hombre con tono superior.
No podía ver el aspecto de ninguno ya que estaba totalmente agachada y escondida detrás de las cajas, pero esas palabras claves como "palominos" me parecieron que ocultaban algo.
Todas aquellas personas comenzaron a despejar la sala. En cuanto cerraron la puerta respiré profundamente, no me habían visto. Y aquellos hombres por alguna extraña razón tampoco habían opuesto mucha resistencia, parecían bastante débiles.
—¿En qué estabas pensando? —preguntó una voz masculina detrás de mí.
—¡Leo! —respondí con el corazón a mil por hora al ver a Leo saliendo de una de las cajas de madera.
Al parecer se había escondido en una de ellas y fácilmente había entrado.
—¿Ves como podrías haberte colado sin dar un espectáculo? —respondió sacudiéndose la ropa.
—Cállate —respondí enfadada.
Es verdad que no había pensado en esa posibilidad, pero mi manera de entrar no había estado tan mal, había sido más divertida que la suya.
—No te enfades, he venido —dijo acariciándome la espalda.
—Eso es verdad, no tenías por qué —añadí agradecida al pensar en lo que Leo había hecho por mí.
La nave arrancó los motores. Me puse nerviosa, no sabía cuánto tiempo estaríamos allí. Tampoco sabía si podría volver a Egon de nuevo y no había podido despedirme de mi familia. Mis impulsos me habían jugado una mala pasada, pero era tarde para lamentarse por ello.
—Allá vamos —susurró Leo.
Me sentía mal por él, había entrado en la nave por mí, su hermana estaría preocupada. Por no hablar de que todo lo que habíamos hablado la noche anterior tendría que esperar.
—Leo, lo siento —acerté a decir—. Por mi culpa ahora estás aquí, cuando deberías de estar en Damna con Dahlia.
—Tranquila —respondió acariciando una de mis mejillas lentamente—. Estoy donde quería estar y por decisión propia.
—Pero... ¿Por qué?— pregunté confusa.
Aún no sabía cómo lidiar con mis sentimientos.
—Me parece mentira que me preguntes eso a estas alturas —añadió antes de empezar a reír.
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CASSIOPEIA Parte 1 -COMPLETA-
Science FictionCassiopeia fue una ciudad fundada hace cientos de años en un planeta habitable no muy lejos del nuestro. Las personas ricas y con más recursos fueron afortunados y pudieron viajar hasta allí para fundar una nueva civilización. En cambio, los que no...