Capítulo 4

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Cabalgamos vuelta a la aldea, la situación no ayudó mucho, por lo cual estuvimos todo el camino callados. Me sentía mal por haberle apartado así, pero no sabía que había pasado ahí. Nunca había experimentado algo parecido, y si se tratase de amor, no estaba hecha para algo así. Me habían enseñado que las personas como yo no lo merecíamos.

En cuanto llegamos al establo, Leo bajó de su caballo y comenzó a guardar todo los accesorios que había utilizado para la montura. Empecé a bajar del caballo torpemente. Leo se percató rápidamente y me ayudó a bajar tomándome la mano. A pesar de la confusión que sentíamos en ese momento el uno por el otro no dejó de ser un caballero conmigo. En cuanto llegamos a su casa me dedicó un buenas noches antes de meterse en su cuarto y desaparecer. Me dejó totalmente fría, sentía que había hecho algo mal.

Dahlia me miró extrañada por la reacción de su hermano, pero lo dejó pasar. Entré al cuarto donde Dahlia me había preparado el colchón junto a su cama. Me quedé sola, por lo que me desvestí y volví a colocarme mi camisón rosa ya limpio y seco. Miré por la ventana, la noche estaba totalmente despejada era preciosa, en la lejanía se podían apreciar las estrellas, la luna y Cassiopeia.

Era media noche, pero seguía pensando en Leo, no podía dejar pasar el cómo se podía haber sentido por mi culpa, tal vez le estaba dando demasiadas vueltas pero él había sido sincero conmigo y no podía dejar de hacer lo mismo con él. Me levanté con cuidado de la cama y salí de la habitación haciendo el menor ruido para no despertar a Dahlia. Abrí las cortinas que separaban la habitación de Leo con la sala común, cuando me llevé una sorpresa. Leo no estaba en su cama. Ni siquiera se encontraba dentro de la casa. Pensé que estaría con los caballos, así que salí por la puerta principal camino al establo cuando algo me agarró por la muñeca y acto seguido me tapó la boca con la mano.

—Tranquila, soy yo —susurró Leo en mi oído antes de destaparme la boca.

—¿Qué haces aquí escondido? —pregunté lo más silenciosa que pude.

Nos encontrábamos en un callejón sin iluminar. Delante de nosotros, dos hombres encapuchados hablaban entre susurros. Por lo que me pareció Leo estaba muy interesado en lo que decían, así que al ver que no iba a contestar me quedé a su lado en silencio.

—Está bien, en una semana se realizará el asalto, pero jurarme que no habrá ningún herido —ordenó uno de ellos.

—Tienes mi palabra —contestó el otro.

Pude apreciar una sonrisa torcida asomándose tras la capucha negra que cubría su cara casi en su totalidad. Tras aquello, los dos hombres se dispersaron.

—¿Qué ha sido eso?

—Aquí no, sígueme —contestó duramente.

Le seguí tal y como me ordenó, y entramos en una caseta de madera. Leo cerró la puerta con cuidado y se quitó la capucha que le cubría la cabeza.

—¿Qué haces despierta?

—Yo... solo quería hablar contigo —respondí apenada tras su actitud.

—No ha sido el mejor momento, lo siento — se disculpó sonriéndome.

—¿Qué ha sido todo eso? —volví a preguntar con la esperanza de que esta vez tuviera alguna respuesta.

—Eso era la conversación de nuestro líder con uno de los líderes de la aldea de Nerona, planean saquear nuestra aldea —respondió preocupado.

—Pero eso está mal, no pueden saquearla tan fácilmente, ¿no podéis contraatacar?

—No somos una aldea violenta, sabemos luchar, pero la mayoría se niega a hacerlo —contestó triste y con la mirada baja.

—Supongo que todas las aldeas tienen sus problemas, lo siento. ¿No se puede hacer nada? —pregunté con un ápice de esperanza en los ojos.

CASSIOPEIA Parte 1 -COMPLETA-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora