Capítulo 46

27 1 0
                                    


A pesar de saber toda la historia, algunos de los ciudadanos eran reacios a la idea y mi presencia no ayudaba a hacerles creer. Ninguno de sus hijos que viajaron la última vez estaban allí y la única superviviente era Lauren que tampoco había viajado. Por otra parte, la idea de que lo que habían estado haciendo durante tanto tiempo era errónea se les hacía algo imposible de aceptar. Los familiares de los jóvenes que habían viajado para supuestamente vivir en paz, eran incapaces de aceptar que habían sido engañados y que sus hijos ya estaban en una mejor vida. Era mucho para asimilar en tan poco tiempo, iba a ser muy difícil convencer a todos para hacer el viaje de vuelta.

En cuanto el guardia terminó de contar la historia, los aldeanos comenzaron a susurrar entre ellos. Me acerqué a mi padre y me abrazó de nuevo. Me alegraba que él nos creyese. De repente algo me abrazó a la altura de mis caderas, era Ansel.

—¿Cómo está mi hombretón? —le pregunté sin dejar de besarle las mejillas.

Estaba muy contenta por verle de nuevo. En cuanto le dejé en el suelo, Ansel se acercó a Enzo y Nathaniel.

—¿Sois amigos de mi hermana? —preguntó inocentemente.

Los dos comenzaron a reírse y al instante se presentaron.

—Tú debes de ser Ansel —dijo Nathaniel estrechando su mano con el pequeño.

—El mismo —respondió él con una gran sonrisa.

—Yo soy Nathaniel y este es mi amigo Enzo.

Se presentó sin dejar de sonreír, parecía que aquello le divertía.

Mi padre, también presente en la conversación y ya más relajado, por fin se presentó a ellos. Nathaniel parecía un poco tenso, tuve que ahogar una carcajada al verle tan cohibido. Mi padre nos invitó a casa para estar más tranquilos, los demás guardias se quedaron deambulando por la aldea respondiendo a las preguntas que los más curiosos les hacían.

—¿Emma? —preguntó mi madre al cruzar la puerta de mi antigua casa.

Todo seguía igual, mi madre estaba fregando unos platos en el fregadero y cuando me vio se le cayó uno al suelo y se rompió en pedazos.

—Hola mamá —saludé.

Ella se abalanzó sobre mí y me abrazó ante los asombrados ojos de mi padre y de mi hermano. No recordaba un abrazo suyo desde hacía muchos años.

—¿Dónde te habías metido? Estaba muy preocupada.

Me abrazó la cara con sus manos y unas lágrimas comenzaron a resbalar sobre sus mejillas.

—Mamá estoy bien —respondí sonriendo.

—Me alegra escuchar eso, tienes que contarme que te ha tenido tan entretenida durante estos meses —dijo mirando hacia atrás.

Enzo y Nathaniel se habían quedado en la puerta.

—También tienes que explicarme por qué últimamente solo traes hombres a casa.

Se me escapó una sonrisa al oír que mi madre estaba contenta de verme, ella se acercó a mis amigos y los invitó a pasar, enseguida los acomodó en los sillones y nos preparó algo para beber.

—Tu madre es bastante amable, no tiene nada que ver con lo que nos contaste —me susurró Enzo.

Encogí mis hombros dando a entender que yo tampoco entendía la actitud de mi madre en esos momentos, pero supuse que perder a dos hijas el mismo día le habría afectado y de repente encontrarse a una de ellas le habría dejado en shock.

CASSIOPEIA Parte 1 -COMPLETA-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora