Capítulo 48

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—¡Enzo! —grité al verle en frente de mí.

Miré a mi alrededor, era la enfermería que habían acondicionado dentro de la gran nave por si algo ocurriese. Me observé la pierna, la tenía totalmente vendada desde el tobillo hasta la rodilla. Me dolía bastante, no la podía mover.

—¿Qué está pasando? ¿Dónde está Nathaniel? —pregunté inquieta.

Me levanté de la camilla como loca, pero en cuanto posé el pie vendado en el suelo me retorcí de dolor.

Enzo se precipitó a ayudarme, me agarró de un brazo y se lo echó a la espalda.

—No te preocupes Emma, os encontramos en el último momento, tuvisteis mucha suerte —respondió guiándome fuera de la sala de enfermería.

—¿A qué te refieres? —pregunté confusa.

—Mi interlocutor no paraba de recibir ondas extrañas, pero no llegaba a comunicarse bien con el vuestro, así que como os conozco lo suficientemente bien, unos guardias y yo mismo fuimos a buscaros. Os encontramos en mitad de la nada, tirados en la arena —me explicó mientras caminábamos por un largo pasillo.

Nos detuvimos en frente de una sala, Nathaniel estaba tumbado en una camilla, parecía muy tranquilo. Miré a Enzo y el asintió con la cabeza acercándome a él. ¡Estaba vivo! Nos habían salvado, el entusiasmo se apoderó de mi y le abracé.

—¡Ay! —gritó de dolor despertando.

En cuanto abrió los ojos y vio que se trataba de mí sonrió e intentó incorporarse para quedarse sentado sobre la camilla. Enzo le ayudó a hacerlo y este se lo agradeció con una sonrisa.

—Me alegro de que estés bien —susurré sin dejar de sonreírle.

Me acerqué a sus labios y le besé. Él me acarició una de mis mejillas suavemente. Enzo carraspeó y nos separamos riéndonos.

—Lo siento Enzo, me he dejado llevar —se disculpó.

—Lo entiendo no te preocupes.

La sonrisa incómoda de Enzo me hacía mucha gracia.

—¿Cómo va la herida? —preguntó.

Miré al vendaje que tenía Nathaniel en el costado, no me había fijado que estaba sin camiseta y con un gran vendaje cubriéndole el pecho, me había cegado el hecho de verle con vida.

—Creo que bien.

Posó su mano sobre la herida vendada.

—Gracias por rescatarnos —añadió.

—Con soldados tan predecibles como vosotros siempre tengo que estar alerta.

Soltó una carcajada.

—Emma, ya nos puedes explicar cómo has conseguido destrozarte el tobillo, cuando te encontramos lo tenías totalmente inflamado.

—No lo sé —contesté.

Observé detenidamente el vendaje que tenía alrededor del tobillo.

—Creo que se cómo te lo hiciste.

Nathaniel me agarró de la mano.

—Me llevaste a cuestas durante bastante tiempo, soy mucho más grande y pesado que tú, ¿no te diste cuenta de que te exponías a romperte algo? —me preguntó divertido.

—La verdad es que no, supongo que me cegaron las ansias de salvarte —respondí sonriéndole.

Sus tiernos ojos me devolvieron la mirada al instante dibujando en ellos un gracias.

CASSIOPEIA Parte 1 -COMPLETA-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora