Descansamos durante varias horas a la sombra de aquellos árboles. Escuchamos el sonido de un río cerca de nosotros, así que, en cuando Leo se quedó dormido, decidí aventurarme en busca de agua y algo de alimento. Por suerte, aquella selva estaba repleta de árboles frutales. Volví junto a él de inmediato con las manos llenas. En seguida se despertó y devoramos las frutas que había conseguido. Necesitábamos reponer fuerzas para volver junto a los demás. Antes de que anocheciera, comenzamos a caminar lentamente, Leo no se había roto nada, pero la caída junto con los golpes que le habían propinado los guardias se resentían en su cuerpo. En cuanto la oscuridad nos invadió, le ayudé a sentarse. Nos encontrábamos junto al río, por lo que pudimos echarnos agua en la cara para despejarnos.
—Llevas todo el camino callada —dijo Leo remojando sus manos en el agua helada.
—Yo...
No podía decir nada sin que me pusiera a llorar, ¿por qué tendría que ser tan débil en esos momentos?
—Tranquila.
Leo se acercó lentamente a mí y me acarició la mejilla con una de sus manos, era agradable volver a sentir su piel contra la mía. Cerré los ojos y me dejé llevar por esa caricia.
—Siento todo esto, siento haberte traído aquí, a Cassiopeia, a La Resistencia...
Estaba a punto de resquebrajarme, pero no podía callarlo más.
—No he parado de hacerte sufrir desde que te conocí.
—Eso no es cierto —dijo alzando mi rostro con sus dedos.
Sus ojos marrones me miraban preocupados.
—Gracias a ti he vuelto a sentir. En Damna estaba muerto por dentro, mi vida no tenía ningún sentido hasta que apareciste en aquella caja.
Ocultó una pequeña sonrisa, seguro que estaba recordando aquel momento.
—¿Por qué no me odias? Si lo hicieras todo sería más fácil —murmuré evitando su intensa mirada.
Sus brazos comenzaron a rodearme por la espalda. Ambos estábamos de rodillas el uno frente al otro. Unas lágrimas recorrieron ferozmente mis mejillas al no encontrar respuesta.
—¡Ódiame! ¡Ódiame con todas tus fuerzas! Si no lo haces, no habrá manera posible de dejarte ir.
En ese momento me rompí en pedazos entre sus brazos. Él se quedó callado mientras me consolaba. Sus dedos se enredaban en mi pelo suavemente.
—Nunca podré odiarte —susurró en mi oído tiernamente.
En cuanto me calmé y mi respiración volvió a la normalidad, me incorporé para poder mirarle a la cara.
—Aunque no lo parezca, estoy aterrorizado, nunca me había enamorado así de alguien. Tengo unas ganas inmensas de decir que te quiero, pero temo la respuesta...
Se quedó callado unos segundos y prosiguió.
—A pesar de todo, nunca te odiaré, simplemente no puedo hacerlo.
Sabía perfectamente a que se refería, mi relación con Nathaniel no había sido una casualidad. Tal vez comencé a enamorarme de Nathaniel cuando creí que había perdido a Leo y para nada quería excusarme, pero los sentimientos son complicados y nunca llegamos a entenderlos totalmente. Puede que hubiera estado enamorada de Leo y ese sentimiento aún seguía dentro de mí, no lo podía reprimir. Sus palabras me dolían.
—¿Puedo pedirte una última cosa? —preguntó tímidamente.
Asentí con la cabeza.
—Se mía por esta noche —susurró acercándose a mi oído.
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CASSIOPEIA Parte 1 -COMPLETA-
Science FictionCassiopeia fue una ciudad fundada hace cientos de años en un planeta habitable no muy lejos del nuestro. Las personas ricas y con más recursos fueron afortunados y pudieron viajar hasta allí para fundar una nueva civilización. En cambio, los que no...