Capítulo 33

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Durante todos esos días Leo y yo seguimos compartiendo cabaña. Al parecer Enzo se percató de la tensión entre Nathaniel y Leo, pero era demasiado tarde y no había más habitaciones disponibles. Al fin y al cabo era algo entre nosotros tres y él no podía ni quería inmiscuirse.

Los demás aldeanos de La Resistencia seguían con su vida rutinaria, los cultivos, el ganado, la confección de tejido, la herrería...

Una de aquellas mañanas, mientras entrenábamos, unos soldados propusieron un duelo entre Leo y Nathaniel. Por supuesto ninguno de los dos se negó ante tal petición. Yo me encontraba descansando junto a Rick, ambos estábamos sentados en unas butacas de madera justo con la vista hacia el campo de entrenamiento. Tanto Nathaniel como Leo echaron una mirada en mi dirección.

—Esto se va a poner más que interesante —murmuró.

Rick se llevó una cantimplora llena de agua a la boca. Los entrenamientos le dejaban exhausto, tanto como a mí.

—¡Cállate! —exclamé clavando mi codo en su pecho.

La tensión se apoderó de mí en ese momento. No iba a ser un duelo como otro cualquiera. Ninguno de los dos estaba dispuesto a perder. Ambos combatientes blandieron sus espadas y concentraron su mirada en su oponente. Las hojas de sus afiladas espadas chocaban centelleando pequeñas chispas entre ellas. La fuerza de las estocadas no eran normales como para tratarse solo de un entrenamiento.

—¿Cansado? —preguntó Nathan intentando desmoralizar a Leo.

—Ni lo sueñes.

Leo alargó una furiosa estocada, que de no ser por el saltó que pegó Nathaniel hacia un lado, podría haber acabado mal.

Una lluvia de golpes se sucedieron tras aquella pequeña conversación, ambos parecían furiosos tratando de demostrar quién era mejor luchador. Era difícil decidirse, tanto Leo como Nathaniel habían crecido cerca de las espadas y la lucha. Ambos estaban bien entrenados y tenían buena resistencia en combate. Nathaniel levantó de nuevo su espada y con un leve giro alcanzó a Leo, este ni se inmutó y contraatacó más fuerte. Los soldados comenzaron a apelotonarse alrededor de ellos hasta que ni Rick ni yo pudimos ver nada más de la pelea. Me levanté asustada seguida de mi amigo y me hice hueco entre los soldados.

—¡Es suficiente!

La voz de Enzo resonó por todo el campo. Ambos oponentes soltaron las espadas y estas cayeron al suelo. Leo se llevó la mano al brazo herido y cayó de rodillas exhausto.

—¡Leo!

Corrí hacia él y me arrodillé a su lado. Nathaniel nos miraba atentamente desde el otro lado. Él también estaba sin aliento, pero lo disimulaba mejor.

—Estoy bien —respondió algo molesto alejándome de él.

Acto seguido se levantó y desapareció entre los soldados.

Me incorporé con la ayuda de Rick y me giré hacia donde debía de estar Nathaniel, pero ya no estaba. Ya casi no quedaba ningún soldado a nuestro alrededor, así que pude divisarlo en una de las esquinas colocando unas lanzas en su estantería. Rick me miró y asintió dejándome sola. Corrí hacia él y me detuve tras su espalda.

—Has estado bien.

Intenté romper el hielo, parecía molesto.

—Tu amiguito también —respondió sin girarse hacia mí.

La sangre comenzó a hervir por mis venas. ¿Qué quería que hiciese? No podía no haberme acercado a él, Leo estaba herido.

—Nathan —le nombré suavemente tragando mi orgullo.

CASSIOPEIA Parte 1 -COMPLETA-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora