Capítulo 21

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Había conseguido moverme aún dejando un pequeño reguero de sangre tras mis pasos. Una parte de mí se negaba a pedir perdón por lo sucedido, no tenían que haber aparecido, ¿quién habría averiguado mi plan? ¿Me habían estado siguiendo todo el tiempo? Por otra parte Nathaniel había perdido a sus compañeros, seguramente amigos. Los remordimientos tras mi fallido plan comenzaron a brotar en mi interior.

—Volvamos, esa herida no tiene muy buena pinta.

No pude articular palabra alguna, me había quedado muda ante tal escena. Nathaniel se acercó y rasgó la parte baja de su camiseta. Me obligó a sentarme a su lado y con ese mismo trozo de tela hizo un torniquete a la altura de mi tobillo para que no perdiera más sangre. Tras eso, me ayudó a levantarme y me ayudó a caminar pasando mi brazo por uno de sus hombros. Su mirada era triste y no conseguía levantarla del suelo. Dimos unos cuantos pasos a través de la selva sin mediar palabra, hasta que nos paramos en seco. Nathaniel suspiró molesto, unas cuerdas rotas estaban atadas a un par de arboles. Claramente, su medio de trasporte había salido corriendo. Nos encontramos en medio de la nada, sin comida y sin nada para curar nuestras heridas.

—Supongo que esto no debería de estar pasando—. Intenté romper la tensión entre nosotros, el silencio era demasiado incomodo.

—No.

—Yo...—. Otra vez no podía articular palabra. Intenté apoyar el tobillo herido en el suelo, pero solté un alarido lleno de dolor y caí al suelo.

—Pronto estaremos de vuelta.

Nathaniel se agachó a mi lado y posó su manos sobre mi herida. Parecía preocupado.

—No teníais que haberos entrometido, era cosa mía —respondí molesta y reprimiendo alguna que otra lágrima que quería asomarse por mis ojos por culpa de la rabia que me producía la situación.

—¡Basta! —exclamó furioso—. Te prometí que te protegería y eso hago.

—No me debes nada, no tienes que hacer esto por mí.

Le miré a los ojos. Ambos estábamos embarrados, sucios y llenos de sangre, tanto nuestra como ajena.

—Soy un hombre de palabra —respondió molesto.

—Y yo no soy ninguna damisela en apuros —rechisté acercándome a él en un burdo intento por intimidar a un hombre mucho más alto que yo.

Para nada quería que alguien me protegiese. Podía hacerlo yo sola. Tal vez fuera el orgullo quien hablaba por mí, pero la imagen de Robyn y él besándose me rondaba la cabeza y no podía dejar que me engañase con su falsa caballerosidad.

—Está bien, no me queda otra opción —dijo posando una de sus rodillas ante mí.

—¿Qué vas hacer? —pregunté confusa en cuanto uno de sus brazos me rodeó la cintura.

—Ya lo verás.

Me elevó del suelo y colocó mi cuerpo sobre uno de sus hombros. Estaba bocabajo y con su estatura y su fuerza me era imposible zafarme de él. Genial, me iba a llevar al campamento me negara o no.

A pesar de la insistencia de Nathaniel, tuvo que parar a descansar. Llevaba todo el día a cuestas conmigo, y aunque paramos varias veces para recoger algo de comida y descansar, el agotamiento llegó cuando cayó la noche. Todavía nos quedaba bastante para llegar al campamento, pero Nathaniel se sabía el camino más corto, y según él, llegaríamos antes de que anocheciera al día siguiente.

La conversación entre nosotros siguió algo tensa. Estaba claramente enfadado por lo que había pasado con sus soldados. Me sentía mal por ellos, pero no tenía ni idea de que me seguían y menos de que me iban a atacar.

CASSIOPEIA Parte 1 -COMPLETA-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora