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Los niños de Esben.

Desde que tengo memoria he estado mirando al cielo en busca de una respuesta... no estoy segura de a quien se lo estoy pidiendo o si realmente alguien escucha mis plegarias... solo sé que en cuanto mis ojos se pierden en ese basto horizonte me siento libre...

Quiero ser libre.

Ir a dónde desee sin preocuparme por volver, sin estresarme porque alguien me encuentre. Convertirme en nadie, ser invisible como el aire...

El aroma a tabaco me regresa a la realidad que tanto quiero olvidar, fuera de la habitación escucho las risas de los últimos clientes , ésta vez duraron más de lo normal el sol ya ha salido y no es común que permanezcan aquí cuando su presencia ya ha iluminado el barrio.

La puerta de madera se abre abruptamente asustandome y haciéndome retroceder... solo es Ondine, el alivio inunda mi maltrecho cuerpo, no creo poder soportar un cliente más por este día.

-¿Te asusté? Lo siento , creí que ya dormías...-

Niego con la cabeza pues mi voz hace tanto que dejó de oírse. Tenía once años cuando hice enojar a la madame, mis llantos despertaron a su compañía de aquella ocasión, mi premio fue un sorbo de "medicina quita llantos" ese veneno terminó con el llanto y también me arrebató la voz, no he vuelto a llorar desde entonces.

- Hubo un escándalo que no me creerás, un tipo comenzó a contar que vio a jinetes de Basgiath en compañía de Grifos...-

La melena rubia de Ondine caía como una cascada dorada a medida que se quitaba los pasadores de ese elaborado peinado y su voz de sirena chispeaba de exitación por el relato, Ondine estaba enamorada de los jinetes de dragón , aunque nunca hubiera visto uno en persona.

Cómo puedo le hago señas para mostrar mi opinión sobre aquella disparatada historia.

-¡ Exacto! Yo pensé lo mismo, es imposible... los jinetes de dragones nunca mostrarían amistad o algo parecido a esos locos... tal vez estaban en una persecución o algo así... eso tendría más sentido-

Ondine acostumbrada a mi silencio siguió hablando sobre el hombre del relato y de otras historias que escuchó anoche. Hablaba sin parar como si quisiera hablar por las dos, a veces me convencía de que mi teoría era acertada. Ondine había decidido ser la voz que me quitaron y yo la amaba más por eso.

Una vez que el pomposo vestido amarillo salió de su cuerpo dirigió sus pasos hasta la cama que compartíamos, con la confianza que nos teníamos después de tantos años compartiendo esa miserable existencia se recostó junto a mí.

- ¿Qué tal tu noche? Se que el hijo del alcalde volvió a buscarte... dime que no te lastimo ese bruto...-

Suspiro con pesar y le muestro las obras de arte que ese lunático le hizo a mi cuerpo durante horas.

- Ese bastardo... como quisiera ser un dragón e incinerarlo vivo.-

Con mi dedo índice le digo que yo deseo lo mismo y ella me regala una de sus sonrisas reales, no aquellas fabricadas para los visitantes.

La veo levantarse en un segundo con la rapidez que la caracteriza, si en algún universo alterno yo pudiera ser el aire estoy segura que Ondine sería un torbellino, de verdad no sé de dónde saca tanta energía.

- Una señora del mercado me regaló ésta crema, dice que es muy buena para las heridas ahora lo comprobaremos...-

Un sonido parecido a un quejido sale de mi boca al sentir la crema espesa ser distribuida sobre la piel de mi espalda , es difícil describirlo ya ni siquiera recuerdo cómo era mi voz solo sé que no era igual a la versión que muestra mi mente.

Corazón traidor. (Fourth Wing fanfic)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora