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Un puñado de cenizas y el rastro de una jinete.

Un puñado de cenizas y el rastro de una jinete

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Esben se componía por decenas de montañas que formaban una muralla   natural que atravesaba el territorio desde la frontera con Poromiel hasta la provincia de Cygnisen y aunque en su mayoría eran cubiertas por nieve en sus cimas había unas cuantas escondidas entre espacios estrechos y terrenos imposibles para el andar humano que tenían un clima cálido y habitable, el lugar perfecto para aquellos que no desean ser encontrados.

El teniente caminaba a paso lento sobre las cenizas de lo que había sido una villa , una de las pocas que ese territorio inhóspito permitía existir. La distancia con las otras villas era de al menos media hora en vuelo  y cinco horas a pie. Esas personas no habían tenido oportunidad. Desde el puesto de vigilancia en el que lo habían asignado aquella semana las llamas casi no se percibían y al amanecer el rojo intenso se había confundido con los rayos solares asomándose en el horizonte. Había sido su dragón , Marbh quién le había advertido que aquel color rojizo en el horizonte era el color de la muerte.

Y como siempre había tenido razón, lo que en un pasado cercano  había sido  un pueblo , había sido reducido  a la nada  a un montón de cenizas que se entendían al menos por diez kilómetros a lo largo de ese campo rodeado por montañas, las piedras de rio que habían sido usadas como pavimento tenían un color grisáceo y blanquecino. La potencia del fuego que acabó con aquella sociedad había sido tal que incluso los huesos de esas personas estuvieron por desaparecer, Brennan tuvo que apoyarse en una rodilla para observar mejor lo que parecían ser costillas de una persona adulta y al tocarlas aquellas muestras óseas se desintegraron y se perdieron con el viento que soplaba de las montañas del norte con dirección a la frontera sur con Poromiel. Definitivamente aquello no había sido obra de los grifos que últimamente saqueaban pequeños pueblos y aldeas cercanos . Aquella masacre era obra de un dragón. La curiosidad que lo caracterizaba se hizo presente en sus próximos pasos. No entendía el orden de lo ocurrido. Gran parte de los huesos encontrados estaban localizados al interior del pueblo, suponía que pertenecían a las personas que el fuego había tomado por sorpresa. Pero, conforme avanzaba hacia la salida del lugar rumbo a una montaña ubicada a pocos metros de lo que había sido la entrada principal entre los montículos de ceniza se adivinaban más restos humanos. Concentrado en sus hipótesis llegó hasta lo que había sido la primera hilera de árboles en ese bosque de pinos que tendrían muchos más años de existencia de los que el había vivido. De aquellos árboles no quedaba más que polvo negro similar al ollin , al menos treinta cuerpos más pudo adivinar entre los escombros. Aquello no tenía sentido, de haber sido un dragón los habitantes del sitio no habrían tenido oportunidad de escapar, no era posible que algunos cuántos llegaran tan lejos cuando la mayoría del pueblo murió en el mismo lugar. Era como si el perpetrador los hubiera dejado salir hasta ese punto para terminar con ellos de todas maneras, aquel ser había cometido esa matanza por motivos personales estaba seguro. Pero, ¿quién? . Estaba prohibido tanto para jinetes como dragones atacar a civiles sin motivo alguno, y por lo que sabía sus compañeros rara vez se acercaban a esa zona. Quizá algún dragón errante había decidido convertir ese pueblo en su cena pero incluso esa hipótesis disparatada carecía de sentido, el valle estaba muy lejos de esas montañas al igual que Basgiath. Era un viaje demasiado largo para un bocadillo.

Corazón traidor. (Fourth Wing fanfic)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora