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Los fantasmas del pasado.
(Parte uno.)

La mañana de aquel día de noviembre era grisácea y oscura al igual que las ojeras que adornaban mis ojos

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La mañana de aquel día de noviembre era grisácea y oscura al igual que las ojeras que adornaban mis ojos. No había pegado ojo durante la noche, ya eran tres noches seguidas...

Había permanecido alerta ante la más insignificante señal de aquella voz que mi corazón anhelaba. Ella se había esfumado nuevamente de mi vida, como si fuera una sombra que te abandona al arribo de la primera luz de la mañana.

Había olvidado el dolor amargo que me provocaba su ausencia. Era increíblemente tonta. Habían pasado tantos años desde que se fue y todavía no lograba aprender que la ilusión solo me dejaba más dolor.

Detuve mis pasos perdiendo de vista rápidamente al jinete que me acompañaba a correr cada mañana desde hace algunos días.

Mis ojos verdes se perdieron en el rojizo sendero de hojas otoñales que se abrían a una izquierda de mi senda original. Ahí había sido. En ese lugar me pareció ver a mi mamá...

Quizá debía imitar las poses de meditación de las estatuas de los antiguos monjes que había en un sector alejado del templo, en una especie de patio amplio con suelo de granito en el que Kalel solía dormir cuando no lo hacía conmigo .

Estaba comenzando a creer que los síntomas que padecieron los antiguos jinetes de Kalel habían comenzado a invadirme. Estaba perdiendo el poco control de mi mente, mis anhelos más profundos se mezclaban con mis angustias creando una pesadilla que había sido tan real, casi tangible...

"Mantén tus pensamientos para ti"

Eso había dicho la figura espectral que tenía la apariencia de mi mamá pero con los ojos de aquello a lo que Kalel temía. Una venim.

Si, estaba perdiendo la cabeza.

Mi mente creó la pesadilla perfecta. Lo que yo más extrañaba y lo que Kalel más temía.

Aún sabiendo que todo se había tratado de una pesadilla no podía evitar buscarla en ese sendero alejado del templo. Muy en el fondo conservaba la esperanza infantil de volver a verla. Ni siquiera sabía si seguía con vida. Quizá mi alma anhelaba a un ser que ya pertenecía al dios Malek.

La lluvia se hizo presente por fin luego de que las nubes negras y el ambiente húmedo la hubiera anunciado desde que el día comenzó. El agua fría despertándome de la ensoñación de la que era presa hace varios minutos me recordó que así se sentía la realidad, que estar presente en ese momento de mi existencia era lo único a lo que podía aferrarme . Mi mente era peligrosa y no solo para aquellos que controlaría en el futuro. Si no lograba centrarme quizá la próxima vez no estaría Brennan para salvarme. Lo que comenzó como una llovizna pronto incrementó hasta que hilos de agua me escurrían por el rostro y el resto del cuerpo, faltaba bastante para llegar al templo. Genial, de nuevo iba a terminar empapada.

Corazón traidor. (Fourth Wing fanfic)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora