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Aretia.
(Parte dos)

La fugitiva.

En el pasado cuando pensaba y planeaba mi travesía por Aretia no lograba dimensionar lo enorme , lo inmensa que era la capital Tyrrish

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En el pasado cuando pensaba y planeaba mi travesía por Aretia no lograba dimensionar lo enorme , lo inmensa que era la capital Tyrrish. Era como un mundo aparte del resto de Navarre , un mundo tan distinto al que había conocido, una nueva realidad que me recibía luego de habitar mi refugio seguro en las montañas. Refugio que también había supuesto un enorme cambio en mi existencia. El ritmo de vida que estaba llevando me obligaba a cambiar constantemente, como una serpiente que muda de piel una y otra vez... la Ariadne que se reflejaba en el cristal del ventanal del décimo templo que visitábamos en el corto tiempo que teníamos en la capital no se parecía en nada a la niña de Esben. Quizá eso quería creer...

Ya no era más una esclava sexual y sin embargo seguía presa del miedo. Tenía el poder de un dios en mi interior y no era capaz de usarlo... tan libre y tan prisionera... quizá el cambio que creía ver solo estaba en mi imaginación.

A pesar del tiempo que llevaba en Tyrrendor no terminaba de acostumbrarme al idioma tan distinto y esa diferencia se agudizaba con esos rezos en Tyrrish antiguo que escuchaba diariamente.

Para pasar desapercibidos nos habíamos unido a una especie de caravana religiosa que tenía como fin el recorrer los distintos templos que se encontraban en un itinerario que se seguía año con año sin falta.

Los creyentes eran personas amables que no hacían preguntas sobre el porque de mi mudez o del lugar de nuestro origen , para ellos éramos los miembros errantes de una familia dispersa que se reuniría pronto en los templos del norte de la capital.

Me sentía algo ruin al usar su fe y su vestimenta como un disfraz pero si era franca me estaba funcionando muy bien, las personas en las calles no se detenían a observar con demasiada atención porque para ellos era otra religiosa más.

Casi tres semanas habían pasado luego de aquella noche en la que descubrí que la madre de mis hermanos podía ser alguien bastante peligrosa y en la que me enfrenté con mi enemigo natural...

La herida en mi cuello se había sanado casi por completo pero la del brazo... esa si dejaría una cicatriz bastante notoria, una línea gruesa recorría mi brazo desde el inicio de mi codo hasta la uña de mi dedo meñique , un recordatorio de que mi cuerpo no era indestructible...

-Ari, ¿éste es el último templo?- me preguntó mi hermana con un semblante cansado pero sobre todo aburrido.

- ¿No te la estás pasando bien?- signé con una media sonrisa en mi rostro.

-No es eso, es solo que todos los días rezamos lo mismo a diferentes dioses y la mayoría ni siquiera se quienes son... además ya me duelen mis pies de tanto caminar...-

Corazón traidor. (Fourth Wing fanfic)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora