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La voz de una sirena en un mar
de recuerdos perdidos.




*Así imagino a Naolin

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*Así imagino a Naolin.*


El cuerpo exhausto del jinete avanzaba a paso lento hacia el dragón que estaba igual de  ansioso que el  por partir de ese maldito lugar de una vez. Las muertes que había presenciado a lo largo de su existencia le habían dejado como regalo una gran resiliencia  ante las perdidas humanas,  más nunca le había gustado particularmente estar rodeado de cadáveres...

Sus ojos ámbar acompañados de unas profundas ojeras estaban orgullosos de su obra, sin embargo le era imposible sacarse de la cabeza las imágenes que formaron el horizonte que vio fielmente durante dos semanas enteras,  con sus días y noches siendo testigo del sueño al que se negó a ceder en muchas ocasiones  hasta que su labor estuviera cumplida.

La creación divina de los dioses, la mayor representación de la arquitectura natural que tenía el continente. La cordillera que atravesaba  el país como una espina dorsal había sufrido un daño descomunal en una de sus secciones. Un ser, un ente desconocido tanto para él como para Marbh, una criatura demasiado poderosa había convertido montañas enteras en trozos diminutos de algo tan cercano a la nada...

Las manos de Brennan frotaron sus ojos cansados varias veces con la intención de disipar  aunque fuera un poco el infinito cansancio que sentía. Después de eso necesitaría dormir al menos un año entero, había llevado su sello al límite varias veces en esas dos semanas.

Reconstruir puentes e incluso algún edificio era algo sencillo, pero varias montañas completas... se había superado con creces, esa labor le había confirmado que ya no era un novato en el uso de su sello, era un reparador completo. Un experto, un maestro.

Marbh recibió con gusto sus caricias sobre sus escamas naranjas cubiertas de cicatrices que le dejaron los ataques de los dragones que alguna vez fueron sus compañeros y que ahora yacían muertos junto a los cuerpos  de sus jinetes, cadáveres que eran incinerados  por el fuego implacable del dragón negro  de Naolin.

Era extraña la labor que habían acordado y el silencio sepulcral en el que habían convivido durante esos extensos días. Brennan reconstruiría la sección dañada de la cordillera y Naolin terminaría con el ritual para entregar las almas de sus compañeros perdidos al dios Malek, todo aquello acordado con pocas palabras puesto que el jinete del dragón negro no sentía deseos de compartir demasiadas con el compañero al que consideraba un traidor por su participación en los hechos que le arrebataron la vida a esos guerreros.

Brennan no podía refutar aquello pues no contaba con la suficiente información para hacerlo, no recordaba nada  de lo ocurrido esa noche . Y las memorias de su vida meses antes a ese suceso parecía tener lagunas mentales que al intentar ser resueltas no hacían más que crear una profunda sensación de confusión y un inmenso dolor de cabeza más intenso que ninguno  otro experimentado alguna vez.

Corazón traidor. (Fourth Wing fanfic)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora