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Tyrrendor.
(Parte uno)

Tal y como había predicho desde un principio nuestra ruta final había terminado cruzándose con Athebyne, las montañas que dejábamos atrás se extendían a lo alto del cielo con sus picos peligrosos para jinetes inexpertos , para nuestra fortuna Kalel era el mejor volando, por lo que nuestra travesía  cruzando sobre los cielos color azul marino de la cordillera de Esben no tuvo mayores contratiempos.

Durante el largo trayecto Kalel y yo nos mantuvimos en silencio , atentos ante cualquier peligro que pudiera presentarse. Decir que estaba cansada era poco, estaba exhausta, inmensamente exhausta...

Desde  el primer segundo en que el refugio que habitamos se fue difuminando en el horizonte lejano  activé mi sello y proyecté sobre todas las criaturas a mi alcance la misma imagen. Un cielo soleado o un cielo nocturno dependiendo la hora del día en que estuviéramos volando. Estar concentrada en la misma imagen por horas y horas sin tener un atisbo de distracción era simplemente agotador... pero efectivo.

Comprobé firmemente que mi dominio sobre mi sello había evolucionado a gran escala cuando una mancha de cenizas apareció en nuestro campo de visión.

La villa, mi antiguo hogar ... no, mi antigua prisión.

Del lugar en el que había vivido un infierno en vida no quedaba nada, solo polvo que el viento arrastraba lentamente. Con asco desvié cualquier corriente de aire que pudiera llevar ese polvo hasta mi piel y la de los niños que dormían abrazados a mi sujetos firmemente por bandas mágicas e invisibles que el dragón blanco había creado con su cuerpo para su seguridad.

Fue difícil no perder la concentración al ver esa mancha en el horizonte y todo lo que significaba. El dolor en el estómago  me hizo encogerme por causa de  todos los recuerdos que se habían acumulado deseosos de introducirse a mi mente y perturbar el silencio  que tanto me había costado conseguir y conservar. Dioses, de verdad deseaba vomitar...

Con un rugido que solo escuché en mi mente, Kalel me advirtió de no perder la concentración para que la imagen que proyectaba esa noche no se viera afectada.

- Hay un cuartel de jinetes a tu izquierda, concéntrate o llamaras su atención. Estamos entrando en terreno enemigo, Ariadne, concéntrate... tienes que ser sigilosa, silencia tu mente para que no noten la presencia de tu don...-

- No me notarán , tranquilo...- quise convencerlo a él y de paso a mi también... una simple humana se atrevería a profanar la mente de  dioses, el cielo seguramente no estaría muy contento conmigo o ... quizá si, después de todo ellos me habían enviado a Kalel.

A pesar de la gran altura que nos separaba de esa montaña en la que habitaban decenas de jinetes y sus dragones fue inevitable  no sentir la pesadez mágica de los escudos mentales de los dragones, era como tener una enorme roca presionando mi cabeza hacia abajo. Atravesar sus mentes se sentía como empujar decenas de muros de concreto con las manos desnudas... lo lograría, estaba segura...

Tenía que esforzarme, debía entrar en sus mentes para saber si dormían, si vigilaban el cielo esa noche o simplemente ignoraban que alguien estuviera cruzando su territorio aéreo.

El sentimiento de presión se intensificó al punto de sentir el líquido caliente bajar por mi nariz. Pero lo logré, no eran unos cuantos dragones... eran veinticuatro los que hacían guardia en esa noche de marzo.

Internamente celebré el comprobar que me había vuelto muy buena con el sello que se suponía me habría asesinado hace mucho, la única sobreviviente ... la primer jinete en conquistar la mente de los dragones. Yo... en verdad había conquistado algo sagrado...

Corazón traidor. (Fourth Wing fanfic)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora