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Presagios de oscuridad.


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Lejos había quedado ya cualquier rastro de la casa de mi padre, durante horas el único paisaje ante mis ojos era el de las nubes grises y esponjosas que se rompían y se volvían una con el aire al ser atravesadas por el enorme cuerpo del dios albino que gustoso disfrutaba de la sensación refrescante de la humedad sobre sus escamas. Una sonrisa boba apareció en mi entumecido rostro eran pocas las ocasiones en las que Kalel se permitía relajarse, constantemente estaba tenso , estresado y maquinando cualquier plan con el que lograr el ansiado propósito de su existencia, la rebelión contra Navarre.

Podía sentir en mi cuerpo fluir sus deseos como si fueran los míos, de una manera tan similar a la sangre que fluía por mis venas, así se sentían los más profundos anhelos del dragón.

Quizá era debido al cansancio que mi propia conciencia había decidido mantenerse en segundo plano, tal vez era el silencio sereno de los cielos lo que me permitía volver a conectar de manera tan íntima con el ser celestial al que le debía más que mi vida, sentir plenamente el alma de Kalel unida a la mía me dejaba una vaga sensación de haber estado fuera de mi hogar durante mucho tiempo.

Un pinchazo de dolor se instaló en mi pecho al reconocer mi egoísmo sobresaliendo de esa maraña de sensaciones , deseos y pensamientos mezclados. 

Solo había pensado en lo que yo quería...

Había deseado proteger a los niños así que me alejé del dragón para conseguirlo, había deseado conocer a la familia que se me había negado y para conseguirlo lo arrastré hasta sus territorios, le había prometido entregarle mi alma y mi corazón eternamente y sin embargo había compartido ese amor tan sagrado con un humano... no merecía la lealtad de ese dragón...

El corazón de la bestia latía tranquilamente, con una paz que era difícil de ignorar. Se sentía tranquilo de haber abandonado la residencia Mairi, aquel lugar en el que había tenido que compartir a su hija, a su titiritera... 

Sonreí enternecida por los celos que nunca admitiría en voz alta.

Una sensación de tristeza me abrumó repentinamente al observar los recuerdos tan antiguos del dragón que se colaban por esa unión que ambos compartíamos.

Memorias tan antiguas como las leyendas que se contaban sobre la unificación de Navarre aparecieron ante mis ojos como las pinturas de algún misterioso artista, cada jinete que lo acompañó a lo largo de más de seiscientos años, todos esos seres a los que amó como a sus hijos... una lágrima traicionera  se escurrió por mi mejilla y desapareció con el viento, el amor que Kalel sintió por esos chicos inundó mi corazón de una calidez que solo había sentido por mis hermanos, mantuve mis pensamientos en silencio evitando alertar a la bestia sobre aquello tan íntimo que me revelaba.

Corazón traidor. (Fourth Wing fanfic)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora