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Un par de sombras en el cielo.
(parte uno)

Dos meses habían pasado desde aquella noche en la que el fuego del dragón  había incinerado  las cadenas que me mantuvieron prisionera desde que era una niña pequeña, el sabor de la libertad me sabía a cenizas y desprendía un olor a azufre

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Dos meses habían pasado desde aquella noche en la que el fuego del dragón  había incinerado  las cadenas que me mantuvieron prisionera desde que era una niña pequeña, el sabor de la libertad me sabía a cenizas y desprendía un olor a azufre . Esa libertad se había llevado el último atisbo de inocencia que había en mi identidad humana. Me convertí en una asesina. El precio de las alas de Kalel fue pagado por la vida de esas personas que me ataron a un infierno que no ardía y el viento que me dio libertad lo pagué con mi alma gemela.  Dos meses sin Ondine... ella era la luz del sol iluminando cada mañana en mi nueva vida y yo... yo apenas era un fantasma. Un eco que el viento disolvía entre las extensas tierras que formaban Navarre, un eco silencioso que deseaba convertirse en una voz.
A este punto estaba casi convencida que la fuerza inyectada por Kalel era la responsable de que me levantara cada mañana, como si fuera una marioneta dirigida por él.  Algo bastante irónico considerando lo que mi arranque psicótico había provocado en los habitantes de ese pueblo que ya deseaba olvidar.   Esta  titiritera era controlada por otros hilos. De ser mi decisión no me levantaría en lo que me restaba de vida, no cuando el corazón se me había roto en mil pedazos... Me resultaba interesante como el paso del dolor se disolvía como las estelas de viento que me acariciaban la frente aquel día, parecía abandonarme y darme algo de tranquilidad en las mañanas soleadas luego de la partida de Ondine pero por las noches en las que el silencio mental  que me brindaban los niños permitía que hasta el más pequeño recuerdo de la rubia se colara en mi mente sin previo aviso, en noches como aquellas el dolor de su partida provocaba un llanto silencioso que solo era escuchado a través del lazo mental que compartía con el dragón.   La sensación la podía describir como un metal ardiente quemándome el pecho , el oxígeno se negaba a entrar en mi  como si mi cuerpo olvidara algo tan simple como respirar.  La culpa que sentía  era la causante de mi constante insomnio , no podía dejar de atacar mi alma con el mismo reproche... si tan sólo hubiera llegado a tiempo  ,  ella estaría a mi lado si hubiera llegado mucho antes ... entendí al paso de cada noche dolorosa que no podía cambiar el pasado. No importaba cuanto llorara, cuanto me maldijera por mi tardío actuar ni siquiera con el poder de Kalel podría cambiar lo que ocurrió. Ondine no iba a volver. No tenía la facultad de alterar el pasado pero si el futuro. Kalel representaba el futuro que debía conquistar.  Era una contradicción de mi existencia tener un poder que crecía segundo a segundo, unos sentidos sobrehumanos que se agudizaban un poco más con cada luna que cruzaba  el cielo y aún así sentirme tan frágil. Contrario a mí los niños tomaban de mejor manera su nueva situación de vida. No había día en los últimos dos meses en los que no exploraran , jugaran y descubrieran algo nuevo que los fascinara entre las ruinas de lo que había sido un templo. Su lugar favorito era ese lago cristalino en el que yo pretendía descansar pero que más concretamente funcionaba como mi centro de vigilancia, desde ahí podía acceder a cada punto importante del bosque húmedo que nos servía de refugio. El agua era tan transparente y pura como si de un espejo se tratase, desde el árbol en el que descansaba la espalda podía apreciar el verde claro de las plantas del fondo y el naranja de pequeños peces nadando despacio alejándose de mi vista , los pocos rayos de sol que atravesaban la barrera de nubes le brindaban al sitio un aura casi celestial. Algo   divino se podía sentir  nacer de aquel templo, incluso cuando sus habitantes parecían haberse marchado muchos soles atrás. Incluso los niños  podían sentir esa energía de la libertad fluyendo a través de sus cuerpos y la disfrutaban. Yo por el contrario  no podía dejar de tener miedo y la constante interrogante me acompañaba día y noche sin descanso. ¿Cuánto tiempo duraría la paz? ¿En qué momento tendría que convertirme de nuevo en una asesina con tal de mantenerlos a salvo? Una asesina... mi piel ya no pertenecía a una victima ahora le pertenecía a un monstruo más peligroso que las bestias que habitaban mucho más allá de la barrera mágica creada por Kalel para que ningún intruso irrumpiera en los terrenos del templo. Hice justicia, me repetí hasta el cansancio. Ellos me hicieron cosas horribles por años, dañaron mi mente y mi cuerpo hasta que se hartaron y aunque no todos lo hicieron directamente el silencio también los hacía cómplices . El alcalde sabía perfectamente el demonio que era su hijo y las actividades que deseaba ejercer con quienes no se podían defender , hasta el hijo del sastre que se había marchado a Basgiath un año atrás sabía perfectamente lo que ocurría en esa casona de piedra que rozaba los inicios del bosque , todos sabían lo que esos seres perversos nos hacían y ninguno hizo nada para evitarlo. Así que yo había hecho justicia... tendría que repetirme aquello una y otra vez hasta el final de mi existencia para conservar la poca  cordura que me quedaba. Quizá necesitaba que alguien que no fuera el dragón me diera algunas palabras de aliento, creo que en el fondo de mi corazón  necesitaba un aliado de mi especie , una especie de amigo ya que había perdido a la única que tuve. Podía sentir la presión de la incertidumbre sobre mi cabeza como si se tratara de un enorme reloj de arena y con cada segundo el tiempo se me estuviera escapando. Tiempo, tiempo... todo se reducía a eso. 

Corazón traidor. (Fourth Wing fanfic)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora