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chaper seventeen — donna

📍SAN FRANCISCO
Atenea Maximoff

RECUPERÉ LA CONSCIENCIA OBSERVANDO LA cantidad de luces de colores a mí alrededor, ¿estoy en una feria?
Me rasqué el antebrazo con nervios, bajé la mirada al no sentir la piel bajo mis uñas, es porque mi antebrazo está cubierto por una tela escarlata.
Fruncí el ceño analizándome a mí misma; botas de cuero rojas, un pantalón elastizado negro, un corset rojo que sube hasta mi pecho y muestra un escote en forma de corazón puntiagudo para desviarse por el costado de mis bíceps bajando hasta llegar a mi muñeca. Además de contar con una capa escarlata que me llega casi a los tobillos.
Tiene pequeños detalles que no paré a prestarles atención.

Elimina a los Titanes.

Me paralicé al escuchar su voz. ¿Quién carajo son los Titanes?

Mi cuerpo actuó por sí solo.

Caminé adentrándome en el desastre de la feria, todo está destruido. Mantuve mi rostro inexpresivo adentrándome a la nube de humo que me tapa la visión del centro del lugar.
Escuche voces a lo lejos, no reconocí ninguna.

Mis pasos resonaron callando aquellas voces de inmediato, la vista se volvió más nítida viendo distintas figuras delante mío.
Hice una mueca de desagrado al ver los trajes, ¿están en una fiesta de disfraces o qué mierda?

—¿Atenea? —un muchacho de cabello verde me miró soltando un jadeo sorprendido.

—Hey —el castaño de traje azul y negro dio un paso al frente, aliviado—. Menos mal que estás bien, estábamos todos preocupados y-

—Bien, ya que estamos todos, ¿podemos ir-

El pájaro se calló cuando fue lanzado a unos cuantos metros del suelo con una estela escarlata desvaneciéndose a su paso.
El grupo de raritos volvió hacia mí, perplejo.
Analicé sus posiciones y sus cuerpos al igual que sus mentes.
Decidí ir por el más débil.

Una pequeña sonrisa se formó en mis labios, clavando mi mirada en el muchacho de cabello azabache con el logo de Superman en su camiseta negra.
Encendí mis ojos en un intenso escarlata, dejando escapar una pequeña risita por diversión que me causó toda esta situación.
Ni siquiera necesité moverme para entrar a su mente, simplemente bajé todas sus barreras y ataqué.
Él se tomó la cabeza fuertemente, soltando un grito intenso.

—¡HEY! —una adolescente me gritó—. ¡DÉJALO!

—¿Y en dónde está la diversión entonces? —negué mirándola con un falso puchero—. Le quitas lo divertido a la vida.

Con un pequeño movimiento de cabeza, el chico quedó tendido en el suelo, inconsciente.

—¿Quién sigue? —sonreí emocionada, dando unos pequeños aplausos.

Me deleité con el siguiente. Una mujer con disfraz de pájaro me atacó, no necesité más que elevarla en el aire y golpearla contra un poste, dejándola inconsciente.

—¡DAWN!

Solté una risa divertida.

—Siguiente —murmuré sintiendo un golpe repentino de adrenalina.

𝙋𝙀𝘾𝘼𝘿𝙊 | Jason ToddDonde viven las historias. Descúbrelo ahora