Extra

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— EXTRA —

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📍GOTHAM

LA LLUVIA CAE SOBRE EL CRISTAL DEL AUTO DE manera casi violenta, mi corazón acelerado parece mezclarse con la furia de la tormenta. Conduzco por las calles oscuras sin siquiera mirar a los costados, mi pie pisa el pedal del acelerador a fondo con la acidez del estómago quemando mi garganta.
No puedo parar, la simple idea de hacerlo me envuelve en un estado de desesperación agobiante y asfixiante.
Escucho los bocinazos y los insultos hacia mí, ni siquiera le doy importancia, tampoco al hecho de que mis manos enguantadas están manchadas de sangre.

La vista distorsionada casi me provoca un choque con otro auto, no hice mas que ignorarlo y seguir con mi camino hasta distinguir la famosa casa ya conocida para mí.
Frené como pude de manera brusca en el cordón de la calle, tomando las cosas esenciales antes de abrir la puerta y bajar con la lluvia pegándose a mi traje y cabello.
Caminé a paso rápido sin necesidad de correr, cruzando la cerca sin permiso. Subí las escaleras de la entrada, deteniéndome en la puerta por el orgullo que me invadió de manera repentina.
Estar aquí en este momento es un golpe bajo para mí, pero me importa una mierda cuando se trata de ella.
Sé que debe haber sentido mi presencia, por lo que no me quedó otra que levantar la mano y golpear la madera frente a mí.

Me pasé la mano por el rostro para eliminar la molesta agua que me provocaba dificultades para poder mirar, tirando mi cabello hacia atrás en el paso. No me importó lucir como la mierda, no es algo de lo que me preocupe ahora.
Esperé de manera impaciente a que el maldito abriera la puerta, se ve que le gusta tomarse su tiempo para las cosas.
Cuando lo hizo, me generó todavía más ira de la que ya tenía por su estado; tranquilo, con ropa cómoda, pantuflas y una taza de café en la mano junto a un rostro sin ojeras. Hace parecer como si el único que se estuviera deshaciendo a sí mismo luego de su fallecimiento fuera yo.

—Tú —resopló aburrido, liberando la tensión de sus hombros. No dudó en darme una despectiva mirada de arriba abajo—. ¿Qué quieres? Estaba mirando una película.

—Creo que sabes por qué estoy aquí —levanté el mentón clavando mis ojos en Kieran.

—No, no lo sé —él levantó los hombros con inocencia, pero la curva en sus comisuras lo delató—. ¿Por qué estás aquí, Todd?

Mi mandíbula se tensó al percibir la burla brillando en sus ojos azules, es obvio que está disfrutando mi incomodidad al venir hasta aquí por su ayuda. No me hace sentir mejor el hecho de que las palabras no salen de mi garganta por mi orgullo.
Mi orgullo me hace saber que podría hacer esto solo sin su ayuda, que yo podría ser la causa de su vuelta al mundo de los vivos, pero nada me garantiza que ella puede volver sin sufrir secuelas peores que otras personas resucitadas en el mismo lugar, varias de ellas son la pérdida de memoria, la violencia aumentada por el triple, la sed de sangre por matar a la persona que te asesinó o simplemente no volver a ser ella.

𝙋𝙀𝘾𝘼𝘿𝙊 | Jason ToddDonde viven las historias. Descúbrelo ahora